Ciclo A: Solemnidad. Epifanía del Señor.
Julio César Villalobos, C.M.
Fiesta de Luz, no de las tinieblas
Hoy es un día de Dios, hoy es un día Amor de Dios. Celebramos en toda la Iglesia
Universal la Solemnidad de la Epifanía o manifestación o revelación del Señor. Y
como toda fiesta Eucarística, el personaje central ES JESÚS.
Como aquella noche santa de Navidad, podemos alzar la cabeza porque está con
nosotros nuestra salvación, nuestra liberación, hoy podemos dejarnos transformar
por el Mesías esperado y prometido por los pueblos, hoy podemos alegrarnos por
este noble – gran y hermoso acontecimiento de salvación. Hoy nace la luz, hoy
nace la esperanza, hoy nace la vida, hoy NACE JESÚS.
Hoy le contemplamos como el ENMANUEL: El Dios con nosotros. Es un Dios
cercano, lleno de Luz y paz, de esperanza y de amor.
Hace muchos siglos atrás, cuando ni tú ni yo nacíamos, ni nuestros abuelos, en un
lugar del planeta, Dios Padre Celestial pensó ¿cómo amar más y mejor a la
humanidad?, ¿cómo puedo hacer que toda la humanidad tenga más esperanza?,
¿c￳mo renovar la ilusi￳n y el amor por la Vida?…DIOS SE ACOSTÓ EN UNA
PESEBRERA, PARA PODER CONTEMPLARLO, PARA AMARLO Y SERVIRLO, hoy como
los Magos y los Pastores le ofrecemos lo mejor de nuestra vida al Dios de la
Esperanza, al Dios de la Luz.
Pareciera que las tinieblas quisieran dominar la tierra, que lo oscuro puede
prevalecer en todo el orbe: “…las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los
pueblos…” (Is.60, 1-6). Y si vemos a nuestro alrededor parece que se confirmara
esa afirmación: vemos a niños en el vientre de la madre que son asesinados
(abortados), vemos cada vez más la pérdida de los valores, gente que ha perdido el
sentido de lo moral (se actúa sin parámetros éticos), se presenta en una palabra lo
malo como bueno. Pero hay una promesa grande que el mismo Isaías lanza con
esperanza: “pero sobre ti amanecerá el Se￱or, su gloria aparecerá sobre ti”.
En medio de las tinieblas, siempre hay una esperanza, Isaías lo simboliza con el
tema de la luz y San Mateo con el tema de la Estrella que guía a los Magos.
Esa luz, es que Jesús mismo, es una gracia especial que San Pablo se atrevió a
decir que: “también los otros pueblos comparten la misma herencia…y partícipes de
la promesa en Jesucristo” (Ef.3,2-3.5-6). Jesús se nos regala, como una bendición
permanente: ¿seremos capaces de aceptarlo en nuestra vida?
Las tinieblas, pueden “revestirse de bondad”, sino escuchemos al evangelista
Mateo: “Vayan y averigüen cuidadosamente acerca del niño y, cuando lo
encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo…” nos dice Heredes (Mt.2,1-
12) ¿Cuántos de nosotros apostando por las tinieblas (discordia, chismes, envidias,
crímenes, pornografía, droga, abortos, pandillaje, coimas en algunas
instituciones…) nos revestimos de bondad?, y lo curioso de todo es que aparecemos
como gente buena y religiosa.
Es que la tiniebla, no tiene que ser parte de nuestro quehacer cotidiano; los Magos
se dejaron guiar por la Estrella de Belén, por el Espíritu de Dios. ¿Y nosotros por
quién nos estamos dejando guiar?: ¿por la envidia?, ¿por el qué dirán?, ¿por mis
caprichos?, ¿por mis prejuicios?, ¿por mi egoísmo?, ¿por el afán de tener, de
poseer…? O ¿verdaderamente me dejo guiar por la luz del Espíritu de Dios en
nosotros? Hoy, el mundo nos quiere convencer de que no necesitamos a Dios para
obrar el bien, de que no necesitamos de unos parámetros éticos para construir una
sociedad más justa y más fraterna, más cristiana.
El amor de Dios no tiene fronteras, “la caridad es inventiva hasta el infinito…”
(SVP). Yo no puedo encasillar el amor de Dios, su gracia salvadora, el Amor (la luz)
de Dios rompe con todo tipo de fronteras, incluso la de la muerte (si creemos
resucitamos).
Nace Jesús, nace la esperanza. Ya es hora de levantar nuestra cabeza cabizbaja,
porque Jesús ha nacido; ya es hora de abrir nuestros corazones para abrazar al
hermano que he ofendido, porque nace la esperanza; ya es hora de pregonar, con
nuestra vida, que Cristo Jesús nace en Belén, y quiere nacer en el Belén de nuestra
vida. Llevemos el mejor regalo a Jesús, que es nuestra propia vida.
Bienaventurados nosotros, porque contemplamos al que nos da la paz, la luz, la
esperanza, el amor, la Fe.
Los reyes cayeron de rodillas, pero antes se llenaron de inmensa alegría. Hoy
también podemos adoptar esa actitud. ¿Quieres reconocer que Jesús es tu Rey y
Señor?, ¿tu Luz y tu Esperanza?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)