Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Segundo Domingo
del Tiempo de Navidad
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido * La
Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. * Efesios 15 3-6. 15-18 * La
Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
Textos para este día:
Eclesiástico 24, 1-2. 8-12:
La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en
la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su
pueblo será ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá
alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos.
El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: "Habita en
Jacob, sea Israel tu heredad." Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no
cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me
establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y
resido en la congregación plena de los santos.
Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20:
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de
tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la
tierra, y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación
obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.
Nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la
persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en
la persona de Cristo, antes de crear el mundo para que fuésemos santos, e
irreprochables ante él por el amor. El nos ha destinado en la persona de Cristo, por
pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan
generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a
todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración,
a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu
de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para
que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria
que da en herencia a los santos.
Juan 1, 1-18:
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra
era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se
hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había
vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por
Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el
mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino
a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder
para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de
amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da
testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: 'El que viene detrás de mí,
pasa delante de mí, porque existía antes que yo.'"
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio
por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios
nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha
dado a conocer.
Homilía
Temas de las lecturas: La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido * La
Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. * Efesios 15 3-6. 15-18 * La
Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
1. Juan y Cristo
1.1 San Agustín de Hipona, comentando el llamado prólogo del Evangelio de San
Juan, nos predica hoy.
1.2 Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan
era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna. Quita la
palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La
voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón.
1.3 Pero veamos cómo suceden las cosas en la misma edificación de nuestro
corazón. Cuando pienso lo que voy a decir, ya está la palabra presente en mi
corazón; pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que
está ya en el mío.
1.4 Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabra que hay ya
en el mío, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo: el sonido de la voz hace
llegar hasta ti el entendimiento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha
llevado hasta ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido
condujo hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío.
1.5 Cuando la palabra ha pasado a ti, ¿no te parece que es el mismo sonido el que
está diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo que menguar? El sonido de la voz se
dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: Esta alegría mía
está colmada. Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en la
médula del alma.
1.6 ¿Quieres ver cómo pasa la voz, mientras que la divinidad de la Palabra
permanece? ¿Qué ha sido del bautismo de Juan? Cumplió su misión y desapareció.
Ahora el que se frecuenta es el bautismo de Cristo. Todos nosotros creemos en
Cristo, esperamos la salvación en Cristo: esto es lo que la voz hizo sonar.
2. Pasa la Voz, Queda la Palabra
2.1 Continúa Agustín: Y precisamente porque resulta difícil distinguir la palabra de
la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz fue confundida con la palabra: pero la
voz se reconoció a sí misma, para no ofender a la palabra. Dijo: No soy el Mesías,
ni Elías, ni el Profeta.
2.2 Y cuando le preguntaron: ¿Quién eres?, respondió: Yo soy la voz que grita en el
desierto: «Allanad el camino del Señor. » La voz que grita en el desierto, la voz que
rompe el silencio. Allanad el camino del Señor, como si dijera: «Yo resueno para
introducir la palabra en el corazón; pero ésta no se dignará venir a donde yo trato
de introducirla, si no le allanáis el camino.»
2.3 ¿Qué quiere decir: Allanad el camino, sino: «Suplicad debidamente»? ¿Qué
significa: Allanad el camino, sino: «Pensad con humildad»? Aprended del mismo
Juan un ejemplo de humildad. Le tienen por el Mesías, y niega serlo; no se le
ocurre emplear el error ajeno en beneficio propio.
2.4 Si hubiera dicho: «Yo soy el Mesías», ¿cómo no lo hubieran creído con la mayor
facilidad, si ya le tenían por tal antes de haberlo dicho? Pero no lo dijo: se reconoció
a si mismo, no permitió que lo confundieran, se humilló a si mismo.
2.5 Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más que una
antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar.