Viernes 03 de Enero de 2014. Antes de Epifanía
Santoral: Genoveva
1 Juan 2,29-3,6 Todo el que permanece en él no peca
Salmo 97 Los confines de la tierra han contemplado la victoria de
nuestro Dios.
Juan 1,29-34 Éste es el Cordero de Dios
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: Éste es el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: Tras de mí
viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo. Yo no lo
conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo
como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a
bautizar con agua me dijo: Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre
él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Y yo lo he visto, y he dado
testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
Pensemos…
Necesitamos estar cerca de Jesús, pues hay mucho frío, viento, relámpagos,
tristeza… tentaciones. Pero son muchos que les encanta alejarse, perderse,
mojarse, ensuciarse… entrar en el calor del pecado.
La llegada de Dios, en su amor infinito, quiso hacerse carne y desde la cruz
nos redimió. Nos salvó. No fue en vano tanto sacrificio. Ayer Juan el Bautista lo
gritaba y ahora lo ve. Observa a ese cordero que se acerca y es llenado de la fuerza
del Espíritu Santo. Yo bautice con agua y él con el mayor regalo para la vida eterna.
Entonces…
Aquellas voces que gritan violencia son derrotadas con el bien. Es Dios
quien no equipa para el combate. Dios quiere no tanto voces, sino vidas que
sientan y vivan a Dios en su amor por salvarnos. Dios desea que lleguemos a esos
“alejados” que meten extraños en el rebaño y no solamente se pierden, sino que
echan a perder el rebaño.
Que María, la Virgen, nos ayude a entender esta palabra y hacerla realidad en
el corazón como ella lo hacía y sabía esperar todo en el su Hijo muy querido.
Padre Marcelo
@padrerivas