Fiesta. Bautismo del Señor A
Padre Emilio Betancur Múnera
EL BAUTISMO Y LA PAZ.
La forma de pensar y vivir de Juan Bautista en el desierto lo hacían por naturaleza
célibe; Jesús en cambio era festivo alegre social pero no se casaba con nada que
pudiera distraerle o relativizarle su misión de anunciar ante el Cesar, supuesto hijo
de dios y mesías del imperio, un nueva propuesta que llevaría el nombre de Reino
de Dios y tendría a Jesús como Mesías, Salvador del pueblo de Israel. Una de las
mayores novedades de la propuesta de Jesús fue identificar el Reino como una
comunidad de discípulos. Esta característica de la opción primera, la comunidad, es
lo más grave, lo más serio, y lo más difícil en la nueva evangelización, hasta el
punto de llamar comunidad a todo cuanto tenga un aspecto comunitario y como
oficio pastoral predicar sobre la importancia de la comunidad. La exhortación
reemplazó la experiencia.
PASAR DEL DESIERTO A LA TIERRA.
Juan Bautista siendo consciente de las dificultades de Israel con Roma quiere hacer
una propuesta distinta a la política de los macabeos y la espiritual de los monjes de
Qumrrán, invitado al pueblo a purificarse de sus maldades con agua viva, no de
estanques, en una purificación integral y única de conversión de los pecados. Así se
retornaría a la Alianza, cumplimiento de los deberes con Yahve y los hermanos. Lo
inadmisible e impensable para Israel era que se pudiesen perdonar el pecado fuera
del templo.
El llamado de Juan y encuentro con Jesús ocurrió en el contexto de una simbología
topográfica-religiosa: Juan venía del desierto y Jesús de la de la tierra prometida, el
Jordán era el paso necesario.
Lo cierto fue que a Jesús le interesó tanto la propuesta de Juan que se encaminó
para escucharlo, pidiéndole luego el Bautismo, como signo de comunión.
POR MEDIO DEL BAUTISMO
Juan representa el anhelo y esfuerzo de que tiene la gente, particularmente al inicio
de todo año; pero la renovación radical nunca se logra con el esfuerzo así sea
sencillo o arduo sino con la renovación que Jesucristo hace en nosotros por el
bautismo en el Espíritu.
Desde el inicio del año, por el bautismo que hemos recibido, Dios se dedica a
cambiar nuestros sueños blandos de dinero, apariencias, éxitos humanos, logros
afectivos y egos consentidos, por sueños profundos que respondan a las
necesidades fundamentales de la vida; la felicidad, la paz, la reconciliación, la
convivencia, la equidad, los derechos y deberes humanos. Haz de Dios tus delicias y
el dará lo que pide tu corazón Sal 36.
Por el bautismo Dios cambia nuestros sueños por los de ser hijos de Dios y
hermanos entre nosotros. En el Jordán no fue el agua la que santificó a Jesús sino
Jesús quien santificó el agua; y no sólo la del Jordán sino la de todos los
baptisterios del mundo. .Que medios tan simples para resultados tan grandiosos,
que signo tan pequeño para una realidad tan profunda; así es el poder que tiene la
renovación de nuestro bautismo.
EXPERIMENTAMOS EL REINO
Jesús al salir del agua tuvo la experiencia mística de ver que “el espíritu descendía
sobre él en forma de paloma y sentir una voz del cielo que le decía tú eres mi hijo
amado “Jesús comprendió que el Espíritu de Dios estaba sobre él, y el Mesías era
aquel sobre quien reposara el Espíritu de Dios.: Yo soy el señor fiel a mi designio de
salvación, te llamé, te tomé de la mano, te he formado y te he constituido alianza
de un pueblo, luz de las naciones para que abras los ojos a los ciegos, saques a los
cautivos de la prisión y de la luz a los que habitan en tinieblas”(primera lectura).
Ahora caigo en cuenta que Dios envió a Jesús a los hijos de Israel (nosotros) para
anunciarles la paz por medio de Jesucristo” (Segunda lectura)
El bautismo de juan era en agua el de Jesús en el Espíritu, no para pertenecer al
grupo de Juan sino para entrar en el Reino. Desde el bautismo en el Jordán Jesús
deja su familia para dedicarse al Reino, con Juan termina el juicio de Dios y
empieza la historia de la misericordia para recrear, por el bautismo, la dignidad de
los hijos de Israel. Ya nadie tendrá que retornar al Jordán o irse a vivir al desierto
para encontrarse con Dios, basta dejarse encontrar por Jesús.
Iniciemos con Jesús el año litúrgico ciclo a, escuchando sus propuestas para
establecer en nuestro corazón y en nuestro medio “el Reino”.
¿Qué significa el Reino de Dios para nuestras familias, para la complejidad de
conflictos que padecemos, para las campañas políticas que tendremos y en el
postconflicto que esperamos. Como construimos el Reino de Dios para realizar lo
que más soñamos: La paz.