Soy de Cristo
Kierkegaard decía: “Existe un solo cristiano: Cristo Jesús. Todos los demás, no somos
más que cristianos en gestaci￳n”. Jesús ha venido a dar unidad al ser humano, a generar
caminos de comunión, a elevar en dignidad nuestra maltrecha humanidad. Ha respetado
nuestra libertad. Ha dado rienda suelta a la creatividad. Ha despertado en la conciencia
humana el asombro, la admiración por la belleza, la búsqueda de la verdad.
Pablo se autocalifica como ‘imitador’ de Cristo, seguidor de Cristo a quien llama ‘el
Se￱or’. Su único carnet de identidad es ser de Cristo, asumido como principio, meta,
gozo pleno. Quedan descalificados los grupillos, las autoreferencias, las matrículas en
centros de distracción que nos separen de este referente único: El Cristo total. Apolo,
Cefas, el mismo Pablo son discípulos y no cabezas de serie en ningún grupo.
Ser de Cristo es, según el evangelio, un convertido. Alguien que va descubriendo a
fondo su debilidad y acepta, en este camino difícil de reconstrucción y sobrevivencia, el
amor, la amistad de Cristo. En la conversión se da una llamada, una invitación
permanente a practicar el discipulado. Habrá que ir dejando jirones de pertenencias,
mezquindades que hacen pesado el camino para ‘alcanzar a Cristo’.
Y esto tiene una compensaci￳n: “El pueblo que vivía en tinieblas ve ahora una gran
luz”. Y se ha multiplicado el gozo, una gran alegría les inunda. ¿No es acaso, éste, el
carnet de identidad en el discipulado? Sí, la alegría como principio bautismal, como
testimonio, como fuente recreacional de un evangelio vivido, experimentado en la
comunión eclesial que atrae y contagia a quienes nos preguntan sobre nuestra fe.
Cochabamba 26.01.14
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com