Fiesta. Bautismo del Señor, Ciclo A
Lecturas bíblicas:
a.- Is. 42, 1-4. 6-7: Mirad a mi siervo a quien prefiero.
El profeta abre este capítulo, presentándonos al Siervo y Ungido del Señor,
personaje misterioso, que encierra en sí los rasgos más sobresalientes, tanto del
pueblo, como de algunos personajes históricos. Estamos en el primero de los cuatro
Cánticos dedicados a este Siervo doliente; escritos por un discípulo del
Deuteroisaías, en los años del destierro (cfr. Is.49, 1-7; 50,4-11; 52,13-53, 1-12).
El Siervo es presentado como un nuevo Adán: “Yo Yahvé, te he llamado en justicia,
te así de la mano, te formé” (v. 6). Tiene la misi￳n de crear un mundo nuevo, un
nuevo orden de las cosas, a través de una Nueva Alianza, realizada con su pueblo
para ser: luz de las gentes (v.6). Con ÉL, todo será nuevo: los ciegos o paganos
abrirán sus ojos a la revelación; los presos será liberados de las tinieblas del error
y del destierro. Otro aspecto de su misión, será implantar el derecho, o sea, la
Torá con las características propias de un Rey, de un Profeta, y de un Sacerdote
muy unidas. Como Rey implementará el derecho y la justicia en la tierra, más que
corresponder el concepto a leyes y su aplicación en la sociedad, se trata de una
acción salvífica, que llega a toda la realidad, desde los designios de Dios. Como
Sacerdote, también, vela por implantar el derecho, lo mismo, que debe hacer el
rey; como Profeta, anuncia la voluntad de Dios al pueblo, y a todas las naciones.
Sera la voz de Dios para con su pueblo. Muy distinto a todos los Reyes, Profetas y
Sacerdotes del momento. Es la manifestación humilde de Dios, que por medio de
este Siervo, transforma el interior de los hombres, reviviendo la llama que está a
punto de extinguirse, hasta conseguir la transformación de los corazones y de la
sociedad deseada por Dios, por medio del derecho, la justicia y la paz. Este Siervo,
será continuamente sostenido por la acción del Espíritu: en su Bautismo y en la
Transfiguración de Jesús se ve cumplida esta profecía. Hoy es la Iglesia, desde
Pentecostés, el sacramento de salvación universal.
b.- Hch. 10, 34-38: Dios ungió a Jesús con la fuerza del Espíritu.
Esta lectura, está tomada del discurso de Pedro, en casa de Cornelio. Comprende,
que ya no debe distinguir entre gentiles y paganos, cualquiera que teme a Dios, y
practica la justicia, es propicio a convertirse al evangelio predicado por Jesucristo.
Es la proclamación universal de la salvación, que obra Dios por medio de su Hijo
Jesús: todos los hombres son iguales ante la oferta de la salvación. Pedro
comprende que el dinamismo del evangelio, fuerza que llega a todas las naciones,
las personas, las razas de la tierra (cfr. Dt. 10,17; Rm. 2,11; Gál. 2, 6). La
influencia de la filosofía griega, aceptaba la igualdad de todos los hombres, no así,
para la mentalidad judía, de ahí que para Pedro y los judeocristianos, es un cambio
muy importante respecto a la historia de la salvación. Si Jesús, es el Señor de todo
el mundo, es porque su evangelio es para todos los hombres (v.36; Mt. 28,18-20;
Jn.1,1ss; Flp.2,5-11). Pedro alude a la actividad pública de Jesús en Galilea,
comenzando su predicación con su Bautismo en el Jordán, cómo pasó haciendo el
bien, en toda Judea. Destaca el poder de los milagros y la fuerza con que Jesús
libera a los oprimidos por el demonio (v.37). Todo esto lo realiza Jesús, porque es
el Ungido, el Cristo o el Mesías, sobre quien desciende el Espíritu Santo, es decir,
con la plenitud de Dios, realiza su misión evangelizadora, que posee de su dignidad
mesiánica. Jesús es el servidor de todos, porque es el Salvador y Señor, de quien
busca la salvación.
c.- Mt. 3, 13-17: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.
En este evangelio, nos presenta el Bautismo de Jesús en dos momentos: su diálogo
con Juan (vv.13-15), su salida del agua y la manifestación del Padre respecto de su
Hijo (vv.16-17). Encontramos en la primera parte, el mayor y mejor testimonio
sobre Jesús, de parte de Juan Bautista, del Espíritu Santo, y del Padre eterno. Es
Juan, quien lo reconoce en la fila de los pecadores para bautizarse (cfr. Jn.1, 29-
37). El Precursor contempla frente a sí al Mesías y el abrirse los cielos, y al Espíritu
Santo descender en forma de paloma, sobre Jesús. La voz inconfundible del Padre:
“Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco” (v.17). Asistimos a la
investidura de Jesús de Nazaret, como Mesías, como Salvador; estamos al inicio de
su misión profética. Jesús viene a bautizarse. ¿Por qué se humilla así? Si es más
fuerte que Juan, lleno de los dones del Espíritu, y viene juzgar las acciones de los
hombres, sin embargo, comienza juzgando su propia vida. El que bautizará con
Espíritu Santo, se acerca para ser lavado con agua. Juan procura disuadirle con su
pregunta (n.14), pero no comunica al pueblo la presencia de Jesús en medio de
ellos, sin embargo, le pide ese bautismo que acaba de proclamar como superior al
suyo, signo de los nuevos tiempos del Mesías (cfr. Mt.3, 11-12). El mayor nacido de
mujer, traza la división entre su tiempo y el del Mesías, además cualquier
bautizado, es más grande que Juan, porque él es el más pequeño en reino de los
cielos (cfr. Mt.11,11). Más que humildad de parte de Juan, o su deseo de salvación,
reconoce que los tiempos del más fuerte han comenzado, consecuencia de su
predicación, por lo mismo, el que bautiza con Espíritu, deja atrás su bautismo de
agua y penitencia. Jesús quiere que ambos cumplan con toda justicia; solidariza
con Juan, respecto a lo que les fue encomendado: hacer dócilmente lo que Dios
quiere. Es el camino de la justicia el que conduce a la vida verdadera por la que
vino Juan, el mismo que ha comenzado a recorrer Jesús, identificarse
profundamente con la voluntad de Dios (cfr. Mt. 21,32). Bautizarse era algo querido
por Dios, el que era sin pecado, se identifica con los pecadores; obra como un
justo, que satisface la justicia salvífica de Dios, preparando así el bautismo de los
futuros cristianos (cfr.Jn.8,46; Hb.4,15; Lc.7,29-30; Mt.3,6;28,19; 2 Cor.5,21). En
una segunda parte, Jesús sale del agua, se abre el cielo y ve el Espíritu Santo
descender sobre ÉL en forma de paloma. Nadie parece notarlo con el que el autor
quiere dejar claro que es una experiencia personal; ocurre entre el Padre y el Hijo,
dentro de una espacio divino (cfr. Mc.1, 10; Lc. 3,21s, Jn.1, 3). Es la obra del
Espíritu, principio de vida y actividad, toma posesión de Jesús, en función de la
evangelización que va a comenzar dentro de poco (cfr. Mt.1,18. 20; Is.61,1). El
Mesías, es movido por el Espíritu, para la misión que Dios le encomendó. Al silencio
que sobrevino al descender el Espíritu, lo acompañan las palabras del Padre, que
manifiesta su predilección por este hombre que está a la orilla del agua, es su
amado Hijo, el único, donde se destaca el amor que experimenta de parte de su
Padre. A nadie había llamado así Dios en la antigüedad, lo que denota un misterio
de filiación nuevo, conocido hasta ahora sólo por Jesús, ignorada su persona y
misterio por entonces por los circundantes. Misterio de fe que la Iglesia proclamará
más tarde a todas las naciones. El Padre manifiesta su predilección por Jesús. Le
complace todo lo que dice y hace, su persona, su vida y tribulaciones, su actividad
llevará el sello divino, su reconocimiento. Desde esta visión Jesús es el verdadero
Siervo de Dios anunciado por el profeta, el Hijo, lo que destaca el carácter
mesiánico y propiamente filial de su relación con el Padre. El mayor regalo que nos
hicieron nuestros padres, además de darnos la vida, fue hacernos bautizar, ser
cristianos, para ser contado en esa muchedumbre de testigos que desde el cielo nos
estimulan a ser también nosotros, en nuestro tiempo: testigos de Jesús Resucitado.
Santa Teresa de Jesús, nos invita a considerar con Quién estamos unidos por la fe y
qué vida debemos llevar como cristianos. Renovemos nuestra adhesión a Jesucristo
rememorando nuestro Bautismo: “Nosotras estamos desposadas con el Se￱or, y
todas las almas por el bautismo” (CE 38,1).
NB: Con la fiesta del Bautismo se termina el Ciclo de Navidad y comienza el Tiempo
Ordinario.
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD