II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Pautas para la homilía
Te hago luz de las naciones
Ser más. Ser luz.
“Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los
supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones.” Es poco que seas mi siervo…
dice directo y claro el lenguaje del texto de Isaías. Es algo así como si se nos
preguntara ¿qué raquítica idea tenéis de lo que significa seguirme o trabajar por mi
proyecto?... ¿creéis que se trata solo de poner un poco de orden en lo que llamáis
vuestra Iglesia, en las comunidades a las que pertenecéis, en las catequesis que
impartís, en lo que habláis y escribís, en las rutinas familiares o cristianos circuitos?
¿Pensáis de verdad que se trata de convertir a los “alejados/as”, de ganar adeptos,
de crear afición, de ser Iglesia relevante socialmente y políticamente, de tener
buena prensa…? ¿Estáis seguros de que luchar por hacer presente el Reino es
hacerse siervos que luchan por preservar los contornos y nociones eclesiales?... Es
posible, no lo sabemos, sin embargo, en nuestra comunidad de nos da la impresión
que el texto tiene vocación más extensa.
Querer seguir a Jesús, creer en el Reino, en la Esperanza, no dejarse apabullar -
asunto este cada vez más difícil con la realidad socio-económico-política que nos
toca vivir-, luchar por neutralizar la opresión silenciosa que sufre la gente, por
desenmascarar la mentira, la estafa, el retroceso, y tratar de abrir paso, aunque
sea a empujones, a la justicia, a la verdad, a la convicción de que es posible el
cambio, liberar a la alegría, al destristeo,..., en definitiva: empeñarse en “ser luz de
las naciones” (y el término va en plural, no luz de una sola, de la nuestra, sino de
todas) parece una dimensión más acorde con la idea de ser verdaderos seres
cristianos que subyace en el texto de Isaías.
Bien podría tratarse de convertirse en personas que más bien se toman en serio la
libertad y sinceridad, que comprenden que la oportunidad de seguir a Jesús es más
que una actitud de un servicio comunitario (que también lo es claro, pero no solo),
que es algo así como una manera nueva ser hombre y mujer, de ser creación y
sociedad. Es una opción integral e integradora, de actuación local, pero de
proyección mundial. Es una inmensa tarea que trasciende incluso los límites de
nuestra propia religión y que entiende que ese “ser luz” es trabajar por hacer de
este mundo un lugar más justo y solidario, menos violento y destructor, más libre y
fraterno. Más humano. Más divino, pero no “de la muerte”, sino de la vida. Una
tarea que es siempre más y no menos. Una forma de ser que habita
permanentemente en diálogo colectivo huyendo de los raquíticos apartados, por
bien intencionados que sean. Es formar parte de un colectivo de personas que no
hacen distinción, que no instauran clasificaciones, que no jerarquizan, que no
priorizan… bueno, o que priorizan, pero lo hacen al revés; empezando por abajo. Es
apuntarse a una marea de seres que se consideran entre iguales, no entre elegidos.
Una generación de seres humanos abiertos y flexibles, que no están
permanentemente a la defensiva.
espegados del poder, del tipo que sea, no solo el económico. Naturales, alegres,
presentes, responsables. Verdaderos. Auténticos.
Podemos ser cristianos y cristianas que, como Juan, según nos cuenta el evangelio,
han comprendido su misión y su sentido. Podemos mirar a la vida con esa paz de
conocer nuestra esencia, con la Paz de Cristo a la que hacía mención Pablo en la
solemne carta a Corintios. La paz que no imprime pasividad y somnolencia de
letanía. Si no la paz que es fuente de sabiduría, de fuerza y de determinación.
Inteligencia cristiano/humana que genera posicionamiento que no es ni impulsivo ni
postizo. Distinto del que nace del oportunismo y la necesidad de reconocimiento.
Podemos ser personas cuya actitud sea fruto del mirar y evaluar con sinceridad lo
que ocurre, lo que le pasa a la gente. Podemos adherirnos al objetivo de despertar,
de levantar, de despegar, de poner en camino; de libertar.
Hermanas y hermanos en el camino, os compartimos que en nuestra comunidad de
El Levantazo, ánimo no nos falta, pero somos muy conscientes de toda la tarea que
queda por hacer. Aún así, sabemos que no estamos solos, gracias por vuestra
presencia y por vuestro ejemplo. Buen comienzo año y recordemos la gran
propuesta de Jesús: Ser más. Ser luz.
Comunidad El Levantazo
Valencia
Con permiso de: dominicos.org