Ciclo A: Fiesta. La Presentación del Señor (2 de febrero)
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos y amigas
Desde el Concilio Vaticano II, la liturgia ve en el evangelio de hoy (Lc 2, 22-40), la
Presentación de Jesús en el templo. Sin duda, porque es el acontecimiento más
importante, entre los varios que en él se mencionan. En efecto, es el Señor en
persona quien entra en el templo y toma posesión del mismo, cambiándolo todo y
trayendo un nuevo culto a Dios. Según la Torah (Ex 13, 2; Num 18,15), “todo
var￳n primogénito será consagrado al Se￱or”, s￳lo que, en este caso, ¡Jesús es el
Se￱or…! Por vez primera en la historia del templo y de la religión judía, lo más
importante ya no es el santuario con el santa santorum sino el Señor en persona,
quien toma posesi￳n del templo y busca adoradores en espíritu y en verdad… (Jn 4,
23). Su presencia llena el templo de resplandor nuevo.
Imitando a María que presentó a Jesús en el templo, hoy muchas mamás van a las
iglesias llevando en sus brazos a sus bebés para presentarlos al Señor. El sacerdote
bendice a las mamás y a los niños, mientras estos son elevados y presentados a
Dios en ofrenda. ¡Qué hermosas ofrendas! ¡Y qué profundos y bellos sentimientos,
los de las mamás: de gratitud, de petici￳n de ayuda, de alegría…, de ofreciminto a
Dios para que lo haga su sacerdote! Ciertamente, esta fiesta de la Presentación de
Jesús en el templo, es una buena ocasión para que las mamás presenten al Señor a
sus niños. Pero sin olvidar que la presentación real y más hermosa es cuando los
papás llevan a sus niños al bautsmo, que debiera ser lo antes posible y sin que la
elección de padrinos sea una rémora. En el bautismo, los niños no sólo son
presentados a Dios, sino que se hacen realmente hijos de Dios Padre, hermanos de
Jesucristo y Testigos vivos del Espíritu Santo.
En el evangelio se habla tambien de la purificación de María y del rescate del niño
Jesús, ambos exigidos por el Levítico (12, 4 y 12, 8), pero para nosotros hoy eso
sólo tiene un valor de testimonio y de referencia. El testimonio de que José y María
fueron fieles cumplidores de la ley, aún en cosas que no les incumbían, y de que se
consideraron pobres, pues sólo pudieron ofrecer de rescate por el niño un par de
tórtolas. La referencia es a dos ancianos personajes, Simeón y Ana la profetisa,
que, de algún modo, representan lo mejor de la expectación mesiánica al nacer
Jesús. Ambos estaban en el templo cuando los padres de Jesús llegaron con el niño.
Ana no se cansó de hablar de él a la gente. Simeón, por su parte, alabó a Dios con
un hermoso himno conocido como el Nunc dimittis y dio a Maria y Jesús una
bendición profética (Lc 2, 28-35), que les atravesó el alma como una espada.
La Fiesta de la Candelaria, que desde hace 17 siglos, celebra también hoy el pueblo
de Dios, tiene mucho que ver con el Nunc dimittis, en el que el anciano Simeón
llama al ni￱o Jesús Luz de las Naciones… Luz del mundo, se llamó a sí mismo Jesús
en alguna ocasión (Jn 8, 12). Poco a poco, esta imagen de Jesús Luz, y de Jesús
Luz en los brazos de María, fue calando en el Pueblo de Dios, que empezó a ver y
llamar a María Ntra. Sra. de la Luz (= Ntra. Sra. de la Candelaria o simplemente La
Candelaria). Una candela o vela encendida llegó a ser para los devotos y fieles el
símbolo de su amor a María con Jesús Luz (la Candelaria), siendo miles los que la
honran y celebran, en muchos casos con sus costumbres típicas. Antes, estas
candelas son bendecidas en una emotiva Bendición y Procesión de las Candelas, las
que luego cada uno lleva a casa como signo de bendición. Alguien ha dicho que en
vez de ir hoy al templo llevando una vela para su bendción, habría que ir llevando y
mostrando la Constitución de la Iglesia Luz de las Gentes (LG)
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)