IV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- 2Sam. 15,13-14.30; 16,5-13: Huyamos de Absalón.
b.- Mc. 5, 1-20: El endemoniado de Gerasa.
Este evangelio nos presenta uno de los momentos importantes de la manifestación
de la autoridad divina de Jesucristo y de su poder sobre el demonio. Se trata de
una posesión diabólica, un hombre que ni las cadenas detienen, su morada son las
tumbas del cementerio, lugar de los espíritus inmundos, que da voces y espanta a
las gentes. Una vez sano por el poder de Jesús, lo ven totalmente cambiado:
tranquilo, sentado, vestido y en su sano juicio, que los que lo contemplan sienten
temor del poder de Jesús (v. 15). Sin olvidar los elementos folclóricos, propios de
Marcos, su intención más que histórica, es teológica al narrar este acontecimiento.
Quiere presentar a Jesús victorioso sobre el poder del demonio: en tierra de
paganos, como era Gerasa, criadores de cerdos, animal impuro para los judíos.
Vencer el poder del demonio en ese hombre, es signo de Jesús el Salvador, poder
que posee contra las fuerzas que se oponen a la liberación del hombre. Es un claro
anuncio del reino, que con su acción comprende al hombre entero, cuerpo y
espíritu, liberación integral que le devuelve la dignidad de ser humano. Esta acción
de Jesús en tierra de paganos, anticipa la misión de la Iglesia en su tarea
evangelizadora entre todas las naciones de la tierra. El temor que engendra en las
personas, la obra de Jesús, curiosamente se convierte en rechazo a su persona al
enterarse de la suerte de los cerdos, que terminaron ahogados en el mar. Le
ruegan que se vaya de su pueblo (v.17); sin embargo, el hombre, ahora sano le
pide a Jesús poder unirse a sus discípulos. No se lo permite, pero le manda volver a
los suyos y contar lo que el Señor ha hecho con él y cómo ha tenido compasión de
él (v. 19). Lo convierte en misionero cristiano entre los paganos, como había hecho
con el leproso (v.20; cfr.Mc.1,45); ambos se convierten en anuncio de la Buena
Noticia. Vemos que la presencia del mal dentro y fuera de nosotros, es una realidad
actual, tanto como ayer, tanto en la propia vida, en el ámbito eclesial y en la
sociedad. Son muchos los ídolos o demonios que nos atacan y muchas veces nos
vencen: el dinero, el poder, el egoísmo, la falta de amor al prójimo, la intolerancia
etc. Jesús es más fuerte que todos esos demonios, que nuestros males, de ahí que
debamos construir plataformas de liberación propia y ajena, rompiendo las cadenas
que nos esclavizan a realidades que nos dañan, nos manchan, nos enflaquecen etc.
El cristiano animado por el Espíritu será capaz de denunciar la tiranía que ejercen
estos ídolos o demonios como el consumismo, la explotación de los pobres, los
derechos humanos avasallados por regímenes totalitaristas, etc. La batalla de la
Iglesia contra las fuerzas del infierno continúa bajo la fuerza del Espíritu Santo, el
trabajo pastoral y la oración incesante por todos los que trabajan por construir el
reino de Dios entre los hombres como lo hizo Jesús de Nazaret.
Teresa de Jesús, experimentó en forma particular la bondad de Jesucristo. Ella lo
expresa así: “¿Pensáis que es posible, quien muy de veras ama a Dios, amar
vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosas del mundo, de deleites, ni honras, ni
tiene contiendas, ni envidias; todo porque no pretende otra cosa sino contentar al
Amado. Andan muriendo porque los ame, y así ponen la vida en entender cómo le
agradarán más. ¿Esconderse? ¡Oh, que el amor de Dios si de veras es amor es
imposible! Si no, mirad un San Pablo, una Magdalena; en tres días el uno comenzó
a entenderse que estaba enfermo de amor; éste fue San Pablo” (CV 40,3).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD