V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Vosotros sois sal de la tierra y Luz del mundo
Un mundo nuevo un proyecto común
Jesús ha presentado en la bienaventuranzas, en los versículos anteriores del
evangelio de San Mateo, los valores que conforman el mundo nuevo. Pero no los
propone solamente a sus discípulos y gentes que le rodean. Han de extenderse a
todo el mundo. Han de convertirse en un proyecto común de todos los pueblos y de
todas las naciones. Para ello los discípulos han de salir del circulo cerrado de la
comunidad al mundo que les rodea e incluso ir más allá de las fronteras
geográficas, lingüísticas y culturales. Han de ser fermento de ese mundo nuevo
animando a otros a implicarse en ese proyecto. En esta jornada marcada por la
llamada de Manos Unidas no se nos ha de olvidar la voluntad de Jesús de extender
la fraternidad a todo el mundo hasta hacer de ella un proyecto común. Empecemos
por nuestro entorno familiar, parroquial y de barrio; pero ampliemos nuestras
fronteras a la implicación en la sociedad civil y en el espacio político. La crisis que
padecemos nos está haciendo olvidar que los pueblos del sur llevan en crisis más
fuertes muchos años más que nosotros. Y por si fuera poco los países del Norte
hemos recortado también las ayudas al desarrollo de esos pueblos. Hasta la
corrupción ha hecho mella en los fondos para el desarrollo desviándolos a cuentas
particulares como hemos sabido recientemente de alguna comunidad autónoma.
Hoy es más necesario que nunca el compromiso personal y también el compromiso
sociopolítico aunque encontremos dificultades. Jesús no se las esconde a los suyos:
“bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan, y digan con mentira toda
clase de mal contra vosotros por mi causa” (Mt, 5,11). San Pablo tampoco oculta
las dificultades en el trozo de la carta a los Corintios que leemos hoy.
Dios es Dios de los pobres, de los oprimidos y de los que lloran y sufren
Si algo aparece claro en los textos proféticos del Antiguo Testamento, incluido el
texto que leemos este domingo en primer lugar, es la opción preferencial de Dios
por los pobres. A su vez en los textos proféticos aparece como una religiosidad
falsa aquella que no va unida al compromiso con los derechos humanos. Incluso
aparecen ya promesas de Dios que Jesús recogerá en el evangelio de hoy: A quien
se entrega al bien de los demás“…entonces romperá tu luz como la aurora”,
“…brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía."
Indudablemente el culto a Dios unido a la opción por los pobres son el trasfondo
profético en el que bebe Jesús y el que le lleva a su compromiso por un mundo
nuevo al que El llama el Reino de Dios y cuya “constitución” son las ocho
bienaventuranzas o felicidades que nos recuerdan que no podemos ser felices sin
hacer felices a los demás, sobre todo a los que peor lo pasan. En la misma línea se
mueven los primeros cristianos: “La gloria de Dios es que el hombre viva” (San
Ireneo) y también los cristianos de nuestra época: “La gloria de Dios es que el
pobre viva” (Oscar Romero) “ En medio de la apatía social en la que vivimos –dice
José Antonio Pagola- se hace todavía mas significativa la fe cristiana en un Dios
amigo de los que sufren, un Dios crucificado, que ha querido sufrir junto a los
abandonados de este mundo” manifestado a través de la luz de los creyentes.
Evangelizar es dar sabor a la vida de las personas
Cuando hablamos de evangelizar casi siempre lo entendemos en clave doctrinal:
llevar la doctrina de Jesucristo contenida en el catecismo de la Iglesia a aquellos
mirandopalabras de José Antonio Pagola- no significa solo anunciar verbalmente
una doctrina, sino hacer presente en la vida de las gentes la fuerza humanizadora,
liberadora y salvadora que se encierra en el acontecimiento y la persona de
Jesucristo”. Para ello es necesario contar con personas que sean testigos vivientes
del evangelio en su vida diaria, en su familia, en su su lugar de trabajo (o de paro),
en su barrio, en la sociedad civil. “Personas capaces de sanear esta sociedad
introduciendo en ella honestidad… que no se dejen corromper por la ambición del
dinero, ni por el atractivo del éxito fácil” . Personas que desarrollen “la solidaridad
responsable frente a tantos corporativismos interesados”; personas que introduzcan
compasión en una sociedad despiadada que parece reprimir cada dia más la
civilización del corazón”. ¿No van por ahí los mensajes del Papa Francisco que
quiere apuntar una nueva primavera para la Iglesia, para las religiones y para el
mundo?
La familia, la comunidad de base, la parroquia son sal y luz
Si en la familia, en la comunidad cristiana, en la parroquia tomamos como eje los
valores de Jesús contenidos en las bienaventuranzas y en todo el “sermón del
monte” no cabe duda que seremos sal y seremos luz. Pero para ello debemos de
“salir”. Una nueva evangelización nos pide implicarnos allí donde se vive la vida de
cada día mirando al mundo como Dios lo mira: unas veces con ojos de compasión y
otras veces con ojos de indignación. Y esa implicación no ha de tener miedo a
mezclarse con otros grupos o personas de cualquier ideologia que trabajan por un
mundo mejor: asociaciones de vecinos, plataformas, organizaciones no
gubernamentales, sindicatos, partidos políticos, apas, … Nuestra sal se vuelve sosa
si no salamos; nuestra luz no alumbra si queda escondida.
Fr. Manuel Sordo O.P.
Casa del Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)
Con permiso de: dominicos.org