1
Domingo 5A TO
“Vds. son la luz del mundo” (Mt 5, 13-16)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Luz y sal)
¿Cómo ser más eficientes?
<Una vez había que romper una viga de hierro muy dura. Y dijo el hacha:
- "Yo haré el trabajo". Y comenzó a golpear con fuerza el hierro, pero a cada
golpe que daba, su filo se iba dañando hasta que quedó sin nada de él.
- "Déjame a mi", dijo la sierra . Y comenzó a trabajar la superficie del hierro
hasta que sus dientes se gastaron y se rompieron. Y se dio por vencida.
- “Ah”, dijo el martillo , “ya sabía yo que no lo iban a conseguir. Mírenme a
mí”. Y después del primer golpe, el martillo voló por el aire y la viga de hierro
seguía igual.
- "¿Me dejan intentarlo?", preguntó tímidamente la llama de fuego .
- "Ni lo intentes", le contestaron el martillo, la sierra y el hacha. "¿Qué puedes
hacer tú?"
Pero la llama rodeó el hierro, lo abrazó, lo calentó y no lo dejó hasta que se fundió
bajo su influencia poderosa. La persistencia de la pequeña llama rompió la viga de hierro.>
(Félix Jiménez, Escolapio)
Así ocurre también con la gota de agua. Una detrás de otra es capaz de perforar una
roca. Y “caen más moscas en una cucharada de miel que en un tonel de vinagre” (S.
Francisco de Sales).
Jesús utiliza otra comparaci￳n: “ Vds. son la sal de la tierra y la luz del mundo
¿Por qué nos llama Jesús “sal de la tierra".
En esta gran olla, que es nuestro mundo, hay toda clase de ingredientes: droga,
violencia, abuso sexual, explotación, esclavitud, avaricia, escándalos…
Y el Señor nos dice: “ Ustedes son la sal ”.
La sal sirve para preservar los alimentos, la sal es fuente de vida. Da sabor a la
comida, la preserva. La sal no es egoísta, se diluye, no se ve, es simplemente para los demás.
La sal se parece a los lentes en que ambos son pequeños, pero su utilidad es muy
grande.
Esta es nuestra misión: ser sal, dar sabor a esta enorme olla, dar el sabor del bien, del
servicio, de la generosidad, del evangelio, de la cruz de Cristo y de su resurrección; preservar
nuestro ambiente, nuestro barrio, nuestra comunidad para que no se corrompa, para que la
vida florezca, para que la paz y la justicia sean para todos, para que la salvación de Cristo
llegue a todos, para que el mal y el maligno no triunfen.
La sal es la metáfora perfecta para el pueblo de Dios, pues debe actuar como factor
activo de preservación y debe clamar al mundo para que obedezca las indicaciones de Dios.
No podemos aislarnos y dividirnos en grupos, a quienes el mundo no presta atención.
Debemos ser una fuerza organizada y hacernos sentir. Unidos podemos más.
2
¿Por qué nos llama Jesús ‘luz del mundo’?
Dios es nuestra luz (1 Jn 1,5). Jesús nos dice: “ Yo soy la luz del mundo
Pero a￱ade que nosotros también somos ‘luz del mundo’, ciertamente no por méritos
propios, sino por la luz que nos da Cristo. Nuestra luz viene de nuestra relación con Cristo.
Nuestra luz no es nuestra, sino es el reflejo de la luz de Jesús.
Dios habita en nosotros en la medida en que somos luz para nuestros hermanos; si
andamos en la compañía del Señor, la luz se irradiará.
El tiempo de Jesús en la tierra era limitado, y ésta era demasiado grande para Él como
hombre. Por eso encarga a sus discípulos que iluminen el mundo.
Cristo quiere que cada uno de nosotros sea una luz – unos más pequeños otros más
grandes, pero todos brillando – ¡mil puntos de luz – un cielo estrellado! Si cada cristiano
encendiera su luz, el mundo sería muy diferente. Cristo quiere que vayamos a sembrar e irradiar
luz.
En la vida humana hay valores importantes por los cuales luchar y comprometernos: el
pueblo, la familia, la educación cristiana, la formación de criterios de vida y de acción, la justicia,
la libertad...
En un mundo de tinieblas estamos llamados a trabajar por el triunfo de la luz, desde
las pequeñas actividades de cada día. La luz es también símbolo del conocimiento intelectual.
No podemos ser invisibles. Dice Jesús:
No se enciende una lámpara para dejarla escondida, sino que se pone sobre el
candelero, para que alumbre a todos los que están en casa ” (v. 15).
¿Cómo podemos llegar a ser ‘luz del mundo’?
A través del testimonio . Dice Jesús: “ Así alumbre la luz de Ustedes, para que vean sus
buenas obras, y glorifiquen a su Padre que está en los cielos ” (v. 16).
Jesús pide no sólo hablar de Él, sino que vean nuestras obras de servir a los demás.
San Ignacio de Antioquia escribió en una de sus cartas: "Así como el árbol se conoce
por sus frutos, así también los que se llaman cristianos se conocen por lo que hacen .”
El servicio, acompañado del sacrificio, acerca a la gente más a Cristo.
La Madre Teresa de Calcuta es un ejemplo perfecto, pero toda comunidad tiene sus
santos dedicados a servir silenciosa y poderosamente a los necesitados. Los santos, de verdad,
son la luz del mundo.
¿Cuáles son las fuentes de la luz?
Dios nos ofrece dos fuentes de luz: La Palabra y la Eucaristía. Dice el Salmo 119:
- “Tu Palabra es una lámpara para mis pasos, luz en mi sendero ” (Sal 119, 105).
Y en la Eucaristía podemos encontrar toda la luz que necesitamos para nuestra vida.
¿Basta con iluminar?
Debemos ser no sólo luz, sino llama que calienta y cambia el mundo,
Debemos ser termostatos, no simplemente termómetros.
<El termómetro refleja simplemente la temperatura del ambiente frío o caliente, no
influye en ella. En cambio, el termostato tiene poder, energía. Controla y regula la
temperatura. Influye en su entorno.>
Eso debemos ser nosotros: un fuego que enciende otros fuegos.
Si nos amamos los unos a los otros, nuestro amor se manifestará en obras de caridad.