Martes 11 de Febrero de 2014
Santoral: Ntra. Sra. de Lourdes
1Reyes 8,22-23.27-30 Sobre este templo quisiste que residiera tu
nombre. Escucha la súplica de tu pueblo, Israel
Salmo responsorial: 83 ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los
ejércitos!
Marcos 7,1-13 Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a
la tradición de los hombres
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de
Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con las manos impuras, es
decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin
lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus
mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras
muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué comen tus
discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?" Él les
contestó: "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me
dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a
un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres."
Y añadió: "Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés
dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre
tiene pena de muerte"; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su
madre: "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo", ya no le
permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios
con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas."
Pensemos…
Somos muchos los que vivimos sometidos por una tremenda superstición.
Por ejemplo decir que “de que vuelan, vuelan” o estar pendiente del horóscopo
como manera de vivir y dejar a una constelación el curso de nuestras vidas. O
querer que la suerte nos cambie las desgracias y situaciones económicas. Y eso no
puede ser, pues sería como dejar en manos de la mentira el trayecto de la vida. Que
es un regalo de Dios.
Entonces…
Por eso en el evangelio de hoy Jesús insiste que esas impurezas, malos
pensamientos no están fuera del hombre sino dentro. "Este pueblo me honra con
los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque
la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Y es la verdad. Somos muy
dados a la apariencia y nos olvidamos de lo que realmente importa.
Vivimos tirándonos suciedad unos a otros. Es decir, nos miramos al otro el
error y no nos miramos el propio. O es como decir, me importa poco lo que le pase
al otro, soy yo y mis circunstancias.
Jesús trae la salud. Una salud que debe estar al servicio de los que no la
tienen. De ahí que en Nuestra Señora de Lourdes más que buscar una sanación
externa, se necesita una sanación interior para poder ver con claridad presencia de
Jesús.
Padre Marcelo
@padrerivas