VI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
a.- St. 1,1-11: La fe probada, lleva a la integridad.
b.- Mc. 8, 11-13: ¿Por qué ésta generación reclama un signo?
En este pasaje, Marcos nos presenta el requerimiento de los fariseos: “un signo del
cielo” (v. 11). Jesús hace los milagros, no para impresionar a la gente, sino para
darles a conocer la noticia del Reino de Dios, la liberación que les ofrece de la
enfermedad, la muerte y del mal. En cambio, los fariseos pensaban al Mesías,
haciendo signos triunfalistas, de ahí que le pidan un signo cósmico que obligue a la
muchedumbre a creer (cfr. Jos. 10,12-15). Desde lo interior Jesús gime, entre la
indignación, y la desazón por la pregunta: “¿Por qué esta generación pide una
señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.» (v. 13). Esta
gente o generación, se entiende en los textos del NT en forma negativa, opuesta a
Dios y sus planes (cfr. Mc. 8, 38; 9, 19; Mt. 12, 39-45; 16,4; 17,17; Lc. 9, 41; 11,
29; Fil. 2,15). Jesús es categórico al afirmar que el poder de Dios, no se manifiesta
como un espectáculo; tentación que puede sufrir la fe cristiana cuando se abusa de
los supuestos milagros o señales asombrosas que opacan la fe en Jesús y en sus
signos liberadores. La idea que ellos tenían era la de un Mesías que con sus
acciones acallara para siempre a los enemigos de Israel; no podían comprender que
los signos mesiánicos tuvieran que ver con anunciar el evangelio de la gracia a los
pobres, enfermos, publicanos, endemoniados, prostitutas. Eran ideas demasiado
humanas la de ellos; el evangelista Marcos no concede ningún signo, porque su
obra la recorre por entero el secreto mesiánico: la fe es una respuesta a una
presencia que respeta la decisión de la persona. La petición de los fariseos va
contra el hombre, porque le quita la responsabilidad, libertad e iniciativa en su
respuesta. El gran signo que Dios iba a realizar, es la máxima humillación de su
Hijo, que en obediencia suya, muere en la Cruz, y resucita al tercer día. Es la
dinámica del amor divino y la cruz gloriosa de Cristo, signo y señal para el cristiano
ante el mundo. Todavía hay muchos que son religiosos, pero no tienen fe en Jesús,
y buscan apariciones y hechos portentosos; otros empuñan las armas en nombre
de la religión de Cristo, para liberar a los pobres de su opresión. Jesús tiene su
propio camino y rechazó las dos primeras opciones, los signos que hizo fueron para
anunciar la llegada del Reino y la salvación para el pecador, el ignorante de Dios, el
enfermo, el endemoniado, en pocas palabras de vida nueva por medio de la fe en
su persona y en sus palabras. Vino a servir desde su condición de Hijo de Dios,
Siervo fiel a la voluntad de Dios Padre.
Santa Teresa nos da un sabio consejo de ayer y de hoy, en el sentido que hay que
creer lo que nos enseña la Iglesia porque su mensaje hunde sus raíces en la Biblia y
la Tradición viva de la Iglesia: “No son tiempos de creer a todos sino a los que
viereis van conforme a la vida de Cristo” (CV 21,10).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD