VI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sabado
a.- St. 3, 1-10: Dominar la lengua.
b.- Mc. 9, 1-12: La Transfiguración.
El evangelista Marcos, pensó en la subida de Moisés a la montaña, al Sinaí, donde
recibe las tablas de la ley, en una manifestación gloriosa, a la hora de redactar este
pasaje evangélico de la transfiguración de Jesús en el Tabor (cfr. Ex. 34,29-35.
Marcos, resalta la blancura de los vestidos de Jesús, lo que alude a la resurrección
de los justos (cfr.Ap.3,5;7,9). La transfiguración, es importante porque comienza a
devalar el misterio mesiánico de Jesús a sus discípulos, para que luego de la
resurrección, también pueda iluminar a toda la comunidad. Este acontecimiento, en
su camino a la pasión, la transfiguración, devela la gloria oculta, y lo hace para
servir de consuelo a la comunidad. El fin de esta narración es presentar a Jesús de
Nazaret, como hombre importante, como como Elías, el profeta de los profetas y
Moisés, servidor de Yahvé y su pueblo, y Jesús en medio de ellos lo colocaba como
superior a todos los patriarcas y profetas. Si conversan con Jesús es porque
también pertenece a ese grupo; será llevado al cielo, no sin antes pasar por la
muerte corporal, pero sí resucitado. La presencia de ambos viene a significar que
Jesús es el esperado que colma todas las esperanzas. Será Pedro, quien a esta
manifestación de la divinidad y de la gloria de Dios, quien quiere retener ese
momento, sin que el Hijo del Hombre pase por el Calvario y la Cruz (cfr. Ap. 21, 3;
Jn. 1,14). Las tres tiendas alude a la fiesta de los Tabernáculos, anticipo del júbilo
de la salvación que traería el Mesías; Pedro es invadido por el temor (v.6).
Interviene desde la nube la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, escuchadle” (v.
9; cfr. Mc. 1, 11; Ex. 24,15-18), revela a Jesús como su Hijo amado, mayor que
Moisés y Elías, diferente al Mesías esperado por los judíos. La voz se dirige no a
Jesús, sino a los discípulos (cfr. Dt.18, 15.19), con lo que se quiere decir, que todo
lo dicho acerca del seguimiento y su camino de cruz son palabras a los discípulos y
la comunidad como palabra de Dios que hay que obedecer. Este hecho, significa
que la espera de la gloria de Dios, no debe impedir el seguimiento de Cristo, su
camino de cruz. El Padre nos da a su Hijo a la comunidad, y sólo ÉL debe guiar a la
comunidad eclesial. Se justifica el camino de Jesús de Nazaret, su investidura de
poderes por parte del Padre, sin suprimir el anuncio de su pasión y muerte. Lo que
nos queda a nosotros es escucharle y crecer en su seguimiento para transfigurar la
propia existencia. La Transfiguración, es el remoto anuncio de la Resurrección de
Cristo, y de la nuestra si pasamos también por el monte Calvario y la Cruz. La
centralidad la tiene Jesús para nuestras vidas, acompañémosle hasta el final del
camino, hasta la vida eterna.
La S. M. Teresa vive la Transfiguración como los discípulos, un cielo abierto para
recibir fuerzas y subir al Calvario. La Santa lo contempla desde la clave
contemplativa el mismo Cristo del Tabor, lo encontramos en el Calvario para
darnos la máxima prueba de su amor: morir por cada uno de nosotros. En la
Eucaristía oración lo encontramos vivo y resucitado. “Puede representarse delante
de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad” (V
12,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD