Ciclo A: VI Domingo del Tiempo Ordinario
Sociedad de San Vicente de Paúl en España.
ssvp«Seguir a Jesucristo: Primero como hombres racionales, tratando bien al
prójimo y siendo justos con él; segundo, como cristianos, practicando las
virtudes de que nos ha dado ejemplo Nuestro Se￱or; … realizando bien las
obras que Él hizo y con su mismo espíritu, en la medida que lo permita
nuestra debilidad, que tan bien conoce Dios.» (SVdeP)
Esta Liturgia tiene como fin hacernos ver cómo Dios actúa en medio de la
humanidad, nos acerca a la lógica de Dios, nos revela la manera en que Dios
salva al ser humano del pecado, entendiendo el pecado como esa tendencia
presente en el interior de la persona que la lleva a encerrarse en sí misma,
en sus propios límites, sin poder abrirse a la experiencia infinita de salvación
traída por el mismo Dios. En el Eclesiástico se desarrolla el tema de la
libertad que posee el ser humano para elegir lo bueno o lo malo, la vida o la
muerte; allí podemos apreciar que Dios respeta la libertad de la persona, sus
decisiones, sus proyectos, sus opciones de vida. Por consiguiente, Dios no es
responsable de las situaciones injustas y dolorosas que atravesó el pueblo
de Israel y por las que atraviesan muchas naciones actualmente. Dios no
impulsa al hombre ni a la sociedad a pecar; el propósito de Dios, es salvarlo
de esa tendencia a hacer el mal, pero todo depende de las personas,
depende de su voluntad de cambiar. La salvación de Dios tiene efecto
cuando en libertad optamos por hacer el bien, por ser justos con los demás.
La sabiduría de Dios, de la que nos habla San Pablo, se contrapone a la
manera en que el ser humano actúa, movido por la fuerza del pecado, que
en el relato corresponde a los “príncipes del mundo”. La sabiduría de Dios se
fundamenta en la cruz de Cristo, es decir, que en los humanamente
insignificantes Dios ha puesto toda su fuerza salvadora, confundiendo así a
los poderosos y a los sabios que dominan el mundo. Pablo comprende la
experiencia cristiana como un proyecto que invierte los valores asumidos por
la sociedad, acentuando que es en los tenidos por ignorantes y despreciados
donde Dios se revela y salva; es precisamente, en ese lugar donde se hace
presente la gloria de Dios; por ello, el apóstol se dirige a Cristo como “Se￱or
de la Gracia”, ya que es en Jesús resucitado donde la sabiduría y la acci￳n
de Dios, se manifiestan plenamente. Quiere decir, entonces, que en Jesús el
mismo Dios se hace presente; Dios por medio de su Hijo Jesucristo, se
entrega totalmente, se despoja, se abaja por la salvación de la humanidad.
La intención de Mateo, en esta parte de su Evangelio, es orientar a los
primeros cristianos en la adecuada interpretación de la Ley de Moisés, por
ello, el Evangelista pone en boca de Jesús la enseñanza que leemos,
sintetizada en el versículo 17: No piensen que he venido a abolir la Ley o los
profetas. No vine para abolir, sino para cumplir. La comprensión de la Ley
por parte de los fariseos había tendido a una negación de la dignidad
humana y a un olvido de la práctica de la justicia, centro de la Ley de Dios.
Jesús, por el contrario, propone una interpretación de esa misma Ley, no a
partir de preceptos externos, sino a partir del compromiso personal con Dios
y con el prójimo. La lógica de Dios consiste en internarse en la realidad del
ser humano y desde allí, salvar; por ello la perfección del cristiano, junto con
su salvación, está mediada por la capacidad de donación y servicio a los
demás. Jesús invita a sus discípulos a vigilar el corazón, pues ante Dios, no
hay nada oculto; y proyecta una ética relacional, nuevas maneras de
relacionarse entre las personas y con Dios. No es necesario jurar por nadie,
lo que importa es la sinceridad, la lealtad, la transparencia en las relaciones.
Esa es la novedad de Jesús frente a la Ley. Hagamos todo lo posible por
vivir, transmitir y dar testimonio de esta nueva ética, inaugurada por Jesús.
«Para tender a la perfección, hay que revestirse del Espíritu de Jesucristo»
(SVdeP)
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)