Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 6, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres? Vosotros, en
cambio, habéis afrentado al pobre * Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. *
Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
Textos para este día:
Santiago 2,1-9:
Hermanos míos, no juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el
favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien
vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien
vestido y le decís: "Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado." Al pobre, en
cambio: "Estate ahí de pie o siéntate en el suelo." Si hacéis eso, ¿no sois
inconsecuentes y juzgáis con criterios malos?
Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo
para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre. Y, sin embargo, ¿no son los ricos
los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? ¿No son
ellos los que denigran ese nombre tan hermoso que os impusieron? ¿Cumplís la ley
soberana que enuncia la Escritura: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"?
Perfectamente. Pero, si mostráis favoritismos, cometéis un pecado y la ley prueba
vuestro delito.
Salmo 33:
Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi
alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo
consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.
Marcos 8,27-33:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de
Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los
profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó:
"Tú eres el Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser
condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar
a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte
y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro:
"¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!"
Homilía
Temas de las lecturas: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres? Vosotros, en
cambio, habéis afrentado al pobre * Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. *
Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
1. Denuncia de Profeta; Voz de Sabio
1.1 Hemos comentado en otra ocasión del estilo sapiencial de la Carta de Santiago,
en la que meditamos estos días. "Sapiencial" quiere decir relacionado con el saber
vivir, que es el modo como lo entiende la Biblia. Esta Carta, pues, no insiste en
algunos temas típicos de la predicación cristiana primitiva, como decir el kerigma
en cuanto tal, sino que de alguna manera lo presupone, y pasa entonces a delinear
el perfil de una vida genuinamente cristiana.
1.2 El método de Santiago nos puede chocar un poco. Parece concentrarse en
denunciar las incoherencias y mostrar los pecados. No deberíamos suponer, sin
embargo, que esto empobrece el mensaje de gracia y de alegría del Evangelio. En
cierto modo es una señal de amor. Lo que amamos lo protegemos y lo
resguardamos de aquello que pueda desteñirlo o adulterarlo. Por ejemplo: si la
comunidad deja entrar la idolatría por las riquezas, que se traduce en veneración
hipócrita y vacua a los ricos, pronto perderá su esencia y su capacidad de
significado. Es aquí donde el apóstol deja ver su amor que defiende y habla con
vigor.
2. El Rostro del Mesías
2.1 En el evangelio de hoy, por otra parte, Pedro respondió acertadamente a Cristo:
"Tú eres el Mesías." Pero ni él ni sus compañeros sabían cabalmente qué quería
decir eso de ser el Mesías; por ello Jesús se esfuerza en enseñarles "con toda
claridad" de qué se trata su mesianismo (Mc 8,32).
2.2 Esa claridad sobre el camino del dolor como vía de redención ofusca los ojos de
Pedro el entusiasta, quien, como si se tratara de un acto de caridad, reprende a
Jesús a solas. Jesús corrige en público a Pedro seguramente porque entendía que,
aunque Pedro hubiera tomado la iniciativa, sus ideas no eran sólo suyas sino que
las compartían un poco todos.
2.3 Pedro tuvo aquí pensamientos "como los hombres." Es propio del ser humano
huir del dolor y sin embargo buscar la salvación. Por ello necesitábamos un
Redentor que entendiera que necesitamos la salvación aunque somos cobardes
ante el sufrimiento. Y este es Jesucristo, hombre como nosotros, pero con el
pensamiento de Dios.
2.4 Aunque es posible que lo que más les hubiera fastidiado no hubiera sido lo del
dolor sino lo del rechazo. Es condición del Mesías ser rechazado, y esto implica la
amargura de quedarse sin ese sustento que todos buscamos en la propia familia,
los amigos o los paisanos. Es como si Jesús hubiera enseñado: "el Mesías no tendrá
apoyo de nadie," y esto, si bien lo pensamos, es razonable: el salvador de los
hombres no podía esperar de los mismos hombres su amparo. El Mesías debía
tener como solo apoyo a Dios.