Ciclo A: VII Domingo del Tiempo Ordinario
Sociedad de San Vicente de Paúl en España.
ssvp«Qué poco se necesita para ser Santa: hacer en todo la voluntad de
Dios» (SVdeP)
En la liturgia dominical, se nos presenta una bella lección de humanismo
dirigida por Dios a nosotros, su pueblo amado. La primera lección la
encontramos en el Levítico: “sean santos, porque Yo, el Se￱or su Dios, soy
santo”. Y es que, la santidad en las Sagradas Escrituras, tiene una dimensi￳n
comunitaria, con consecuencias prácticas para la vida social y cultural. La
santidad de Dios, tiene qué ver con dos aspectos: La justicia y la
misericordia. Dios es santo no por su trascendencia, sino por su encarnación
en el dolor humano. Por tanto, no se es santo, por ser de una religión, sino
por obrar en amor, perdón, misericordia y compasión. Desde esta
perspectiva, la santidad no es intimista, individual, es la prolongación de las
obras a favor de la vida del prójimo.
La segunda lección se da desde la carta de San Pablo a los Corintios:
Considera al ser humano como Templo de Dios y morada del Espíritu Santo.
Con ello está diciendo que cada persona es presencia concreta de Dios en la
historia humana. Este templo del cual habla Pablo es la comunidad cristiana
de Corinto, en donde la Palabra anunciada ha sido escuchada y ha surtido
efectos. La intención de Pablo, entonces, es advertir a sus oyentes de los
peligros que acechan ese templo y que amenazan con destruirlo; esos
peligros en aquellos que pretenden anular el mensaje de Cristo crucificado a
través de discursos provenientes de la sabiduría humana, que rechazan la
vinculación e identificación de Dios con la debilidad humana y la solidaridad
de Dios con los marginados de la sociedad. El mensaje es supremamente
importante, pues comprende que el verdadero templo en donde habita Dios,
son las personas, es en la vida de la humanidad, en los hombres y mujeres
de todo el mundo, sin distinción de raza, cultura o religión; de esta manera,
Pablo supera la ideología de la presencia de Dios en una construcción, a
unas paredes, a un lugar específico de culto. Es en las personas que
debemos dar verdadero culto a Dios, son las personas el lugar privilegiado
en donde toda nuestra fe se debe expresar, especialmente con aquellos
hombres y mujeres, que siendo santuarios vivos de Dios, han sido
profanados por la pobreza, la violencia y la injusticia social.
El elemento fundamental del proyecto cristiano es presentado por Mateo, en
esta sección de su Evangelio: el amor. Este amor propuesto por Jesús,
supera el mandamiento antiguo (Lev. 19-18); que permite implícitamente el
odio al enemigo; es superado porque es un amor que no se limita a un
grupo reservado de personas, a los de mi Conferencia, a los de mi Parroquia,
a los que me aman, sino que es un amor que alcanza a los enemigos. Es un
amor para todos; es un amor universal sin exclusión, expresión propia del
amor de Dios que es infinito, que no distingue entre buenos y malos. Ser
perfecto, como Dios Padre lo es, significa vivir una experiencia de amor sin
límites, es poder construir una sociedad distinta, no fundada en la ley
violenta del Talión (ojo por ojo, diente por diente), sino en la justicia, en la
solidaridad, en el respeto por la vida, considerándola sagrada e inviolable.
Hoy en nuestro mundo, la comunidad de Jesús es víctima de prácticas
monoculturales, excluyentes y discriminatorias. No es una lección fácil de
aprender, asimilar y llevar a la práctica. Pero el Evangelio de Jesús es así,
radical y sin ambigüedades; hay que amar a todos sin excepción, aún al
enemigo. Por consiguiente, esta ética de la fraternidad sólo será posible
cuando nuestros corazones se abran al perdón, al amor y a la misericordia.
Como cristianos y vicencianos, debemos asumir como estilo normal de vida
la práctica del amor, pues nuestra vocación y espiritualidad es manifestar el
testimonio de ese amor sin límites ofrecido por Dios a todos los hombres.
«¿Qué es la santidad? Es el desprendimiento y la separación de las cosas de
la tierra y, al mismo tiempo, una afición a Dios y una unión a la voluntad
divina.» (SVdeP)
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)