Lunes 24 de Febrero de 2014
Santoral: Sergio
Santiago 3,13-18 Si tenéis el corazón amargado por la envidia y las
rivalidades, no andéis gloriándoos
Salmo responsorial: 18 Los mandatos del Señor son rectos y alegran el
corazón.
Marcos 9,14-29 Tengo fe, pero dudo; ayúdame
En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar
adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos
escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a
saludarlo. Él les preguntó: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro, te he traído
a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo,
echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos
que lo echen, y no han sido capaces.
Él les contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo
os tendré que soportar? Traédmelo. Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a
Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús
preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde
pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él.
Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo?
Todo es posible al que tiene fe. Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe,
pero dudo; ayúdame. Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo,
diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él."
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver,
de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó,
cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué no pudimos
echarlo nosotros? Él les respondió: Esta especie sólo puede salir con oración.
Pensemos…
Vivimos como peleando por ser felices y para serlo hay que quitar toda
enfermedad y sufrimiento. Creemos que sin el sufrimiento seremos felices y es
mentira. Pues es parte del equipaje en la maleta de cada uno.
Son muchos los amargados que van y vienen. Culpan a Dios, maldicen sus
desgracias y zarandeando las familias y culpando a todos. Hacen de sus vidas una
tragedia. De ahí tanta droga, alcohol, vanidad, humillaciones, egoísmos,
enfrentamientos, divisiones… Reales males que son consecuencia de vivir sin Dios,
sin esperanza, sin ilusiones.
Entonces…
En este evangelio ese dolor es colocado delante del amor de Dios. Que
puede verse como un interés de querer un milagro y ya. O cansancio de tanto
soportar la enfermedad. En este caso de un hijo. Aquí hablamos de cualquier
enfermedad. Enfermedad que no han sabido controlar y ahora es más que
enfermedad. Es una especie de situación diabólica porque le produce mucho dolor
y le ha traído desesperación, Esa desesperación la convierte en enfermedad muy
peligrosa. A tal punto que se ha renegado de Dios y se ha maldecido su presencia.
Por eso es diabólica.
Ante esto Jesús tiene que preguntar: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?
Contestó él: Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua,
para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. Jesús
replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.
Aquí está la gran solución que viene dada desde la conversación con Dios
(Oración) No es magia, no es santería, no son ritos aislados. Es una conversación
que busca solución, pero que parte de la fe, es decir, de tener certeza de que Dios
lo puede y lo hace. Que esa enfermedad no es castigo de Dios, sino equipaje de la
vida.
Cristo es sanación desde el momento en que se le busca ys e le deja entrar
en lo más íntimo de nuestras vidas. Por tanto, déjalo entrar. Conversa con
confianza y haz todo lo que se pueda humanamente para encontrar la cura y desde
ahí, podrás lograr el gran milagro que produce una fe que está llena de confianza y
de constancia en la oración.
Padre Marcelo
@padrerivas