Jueves 06 de Marzo de 2014
Santoral: Olegario, Rosa de Viterbo
Deuteronomio 30,15-20 Hoy te pongo delante bendición y maldición
Salmo responsorial: 1 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en
el Señor.
Lucas 9,22-25 El que pierda su vida por mi causa la salvará
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El Hijo del hombre tiene que padecer
mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser
ejecutado y resucitar al tercer día. Y, dirigiéndose a todos, dijo: El que quiera
seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga
conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida
por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o
se perjudica a sí mismo?
Pensemos…
Ya hemos comenzado la cuaresma y nos centramos en la cruz de Cristo para
mirarla y al hacerlo descubrimos al crucificado. Que nos salvó a todos y al saberlo
nos indica que hay que cargar la cruz detrás de Jesús. Pero para hacerlo hay que
negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirlo.
Entonces…
Todos le tenemos miedo, repulsión a la cruz. Incluso la imponemos a otros
como afán para quitarla de nuestra vista y de nuestro peso. Pero la cruz se nos
impone y al mirarla descubrimos: mirar para cambiar
mirar para crecer
mirar para responder
mirar para dejarnos encontrar y amar.
Esa cruz en el imperio romano era un castigo para criminales. La cruz de
Jesús no se enmarca en un fatalismo que debía suceder y sucedió. Nada de eso.
Esa cruz es consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús en la
revelación de la Buena Nueva. Jesús no tiene miedo de ser perseguido y tampoco
de dar la vida.
En nosotros es una condición para el seguimiento. Sin la cruz estamos fuera
de Jesús. Por eso hay que elegir y sin miedo. Cargar con la cruz es eso elegir. Sin
olvidar lo que nos dice Jesús: "el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que
pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve a uno ganar todo el
mundo, si se pierde o se arruina a sí mismo?" (Lc 9,25) Dicho de otra manera si elijo
la vida elijo a Cristo y al elegir a Cristo estoy eligiendo al Crucificado.
En estos días no podemos ocultar la cruz que a todos nos pega, nos dobla y
nos identifica. Que cada uno la reciba de mejor forma porque al hacerlo estamos
aceptando al crucificado.
Padre Marcelo
@padrerivas