I Semana de Cuaresma
Introducción a la semana
La palabra de Dios en la Cuaresma adquiere un protagonismo mayor, si se
puede hablar así, en la Liturgia. La lectura no es continua: las primeras lecturas
de días consecutivos no pertenecen al mismo libro; los textos evangélicos no son
del mismo evangelista, cambian día a día. La Iglesia ha ido seleccionando textos
con esmero. ¿Con qué pretensión? Con la que tiene la catequesis cuaresmal: es
necesario ofrecer mensajes claros y de exigencia práctica inmediata. Para ello se
utilizan textos que hablan de la condición real de ser humano, de lo que ha de
realizar para ser lo que Dios quiere de él –convertirse-, y de cómo Dios se ofrece
a ayudarle y a premiar sus esfuerzos. Son textos claros, que no necesitan nada
más que tomarlos en serio. Los de esta semana son un ejemplo evidente. Va
alternándose los textos que exigen el esfuerzo humano con los que prometen la
ayuda de Dios. El lunes se señalan lo que ha quehacer para ser acogidos por
Dios; el martes la presencia de Dios, de su Palabra, ofreciendo ayuda. El
miércoles emerge la necesidad de conversión; el jueves el compromiso con
nosotros de un Dios padre. El viernes los textos exponen claras exigencias
éticas, que llegan a lo hondo del ser humano; el sábado el compromiso de Dios
de tener a Israel como pueblo propio, que se vuelca, rompiendo un tanto el
esquema de compromiso humano-ayuda de Dios, en la exigencia de la
perfección, que es perfección en el amor, incluso a los que no nos aman, como
sucede con Dios.
Con permiso de dominicos.org