Pautas para la homilía
II Domingo de Cuaresma, Ciclo A
“Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle”
…Jesús tomo consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llev￳
aparte a una monta￱a alta…
Los momentos más significativos de la vida de Jesús –quitando quizás el momento
de las tentaciones y el del Bautismo- Jesús los vive con sus discípulos más
cercanos, con los que quiere y a quien quiere. En un gesto así, tengo yo que se nos
invita a nosotros a reconocernos en ellos, pero no sólo en una clave imaginativa de
representarnos lo que ellos vivieron, sino como un auténtico ponernos en su lugar,
tratar de tener los mismos sentimientos y emociones que ellos… ¿qué sentían
Pedro, Santiago y Juan? A la montaña iba Jesús a orar, y ellos, pendientes y
ansiosos de saber, de estar con él, de aprender, de pasar su tiempo con el Maestro,
con gusto irían acompañándole, dejándose guiar por su amor por él. Esa actitud es
clave para el discípulo, para el cristiano, la de quien ha visto y oído y sentido, que
ahí, en esa persona, hay alguien que tiene palabras de vida. La cuaresma pues ha
de tener un mucho de eso, de buscar los mismos sentimientos que aquellos que
seguían a Jesús, renovar nuestro amor, nuestra esperanza, nuestra ilusión en el
mensaje de Jesús de Nazaret, la pasión por hacerlo vida en nuestra vida, nuestros
deseos de plenitud y de vida, como los discípulos más cercanos del Maestro.
…Se transfigur￳ delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus
vestidos se volvieron blancos como la luz…
La Transfiguración, dicen los expertos biblistas, es un anticipo, una prefiguración,
un anuncio de lo que la Resurrección sería, del verdadero ser y la verdadera
identidad de Jesús como Hijo de Dios, que se muestra en la gloria de su identidad.
Es esa transfiguración que muestra a Jesús como la plenitud de Dios, como el Hijo
amado, la que nos habla de las promesas de vida y plenitud del evangelio, la
garantía, el anticipo, de que el mensaje de vida y libertad de la Buena Nueva son
reales y posibles… Jesús como Hijo de Dios, muestra también la plenitud humana,
lo que todo ser humano está llamado a ser, la identidad divina de Jesús nos habla
también de la verdadera identidad humana, la que buscar y la que ir haciendo vida
en el seguimiento de Jesús, la identidad que es plenitud cuando nos hacemos don,
y cuidado, y liberación para los otros. Otra clave a tener presente en la cuaresma.
…Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él…
De nuevo dicen los expertos que en esa conversación que mantienen con Jesús dos
grandes personajes del Antiguo Testamento -Moisés como imagen de la Ley que
tenía el pueblo de Israel como norma de conducta; y Elías como imagen de los
Profetas que fueron en su historia y que recordaron las palabras de justicia de Dios-
, en esa conversación se muestra la autoridad y superioridad del nazareno sobre
ellos. Jesús trae la nueva Ley, la del amor, y hace presente la verdadera Justicia, la
de la compasión y la misericordia. Pero esa superioridad está hecha de respeto y de
consideración, de cumplimiento, una conversación como esa nos hace ver en
imagen como Jesús, vinculado a la historia de la Revelación, a la Alianza de Dios
con el pueblo de Israel, las trasciende y les da completo cumplimiento, haciéndola
real en el amor y la misericordia, llevando a su perfección la historia de Dios con
Israel, las promesas de la Alianza, hasta el amor y la misericordia, centro de su
mensaje, y real camino de vida para el cristiano.
…Se￱or, ¡qué hermoso es estar aquí!...
Es por eso que los discípulos pueden afirmar su contento en esa situación, porque
son capaces de atisbar algo del cumplimiento de esas promesas de plenitud, son
capaces de experimentar la hondura y la realidad de las promesas de amor y
misericordia de Dios para el mundo que muestra su Hijo, Jesucristo. Esas
promesas, que en este pasaje se muestra en imagen de gloria y en un lenguaje
profundamente mítico, como una teofanía -una manifestación de la gloria de Dios-,
nos hablan de realidades muy humanas, de los profundos deseos de cada uno…
deseos profundos de paz, de hermosura, de bondad, de amor, de fraternidad, de
plenitud, de conocimiento, de verdad… Deseos a los que es el amor y la
misericordia los que responden, deseos que sólo son posibles alcanzar atendiendo a
todas las dimensiones humanas, desarrollando todas las posibilidades humanas,
teniendo en el centro de todas ellas, la sed de trascendencia, la sed de Dios, de
más… Pero siendo también conscientes que en la profunda paradoja que es el ser
humano, para alcanzarlas hay que vaciarse de ellas… en la paradoja que para
encontrarse, hay primero que darse por entero, en la paradoja de que a la vida
plena, s￳lo se llega a través de la muerte… la muerte de todo lo que nos encierra
sobre nosotros mismos, la muerte de lo que nos centra en el yo, para poder
abrirnos al otro y al Otro absoluto… la paradoja de que dándonos por entero, es
como nos llenamos por entero…
…Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle…
Por eso la voz de Dios señala precisamente a su Hijo, porque ese es el mensaje
central del amor y la misericordia que Jesús de Nazaret muestra, que es en la
entrega más radical, como se alcanza la vida más plena, por eso la voz de Dios
apunta a escuchar a su Hijo, nos apunta a que es escuchándole como se alcanza
esa plenitud y esas promesas… Escuchándole y no s￳lo oyéndole… escuchar implica
no sólo atención, sino también acción, poner por obra lo escuchado, interiorizarlo,
meditarlo, hacerlo parte de uno, hacer vida lo escuchado… Y escucharle es atender
a toda su vida, a sus gestos, sus palabras, sus ense￱anzas, su testimonio… y su
entrega, su entrega hasta la muerte y una muerte de cruz, su entrega por amor.
…Levantaos, no temáis…
Y precisamente ese “levantaos” es lo primero que escuchan los discípulos de Jesús
tras la voz del Padre. Un levantaos que es un ánimo a ponerse en camino, a hacer
vida de esa experiencia de plenitud, de esa promesa atisbada, un ánimo para hacer
vida lo escuchado en la vida de Jesús… con la prueba de que merece la pena ese
camino. Un levantaos que enlaza con la primera lectura de hoy y el mensaje de
Dios a Abrahán para salir de su tierra hacia las promesas de vida que el Señor le
tiene preparadas. Salir de la propia tierra en cuaresma bien podemos leerlo como
dejar atrás lo común, lo conocido, lo habitual, lo que hacemos siempre, lo que nos
tiene atados a lo que hay de conocido y banal en nuestra vida, para dejarnos
sorprender por Dios, para ir en búsqueda de esas promesas de vida.
Fray Vicente Niño Orti
Convento Santo Tomás de Aquino "El Olivar" (Madrid)
Con permiso de: dominicos.org