SI SABES QUE DIOS ES AMO, PON TUS CUITAS EN SU MANO.
Domingo 2º.cuaresma A
Para la oración Cristo no se daba desmayo, y trató de que sus apóstoles se
concientizaran de su importancia y de su necesidad. Precisamente a eso invitó una
vez a tres de sus meros cuates, Pedro, Santiago y Juan, a una montaña muy
singular, que se eleva sobre una extensa planicie. Ahí sólo se oye el canto de los
pájaros y el aire que sopla entre los árboles. Ahí ocurrió que mientras él hacia
oración, su rostro sus vestiduras se volvieron resplandecientes, y a poco
aparecieron aquellos personajes tan queridos y tan venerados de los israelitas,
Moisés y Elías, y teniendo a Cristo como centro, hablaban con él de su pasión y de
su muerte. El ambiente adquirió una tonalidad distinta y a poco también de aquella
aparición, una nube los cubrió y desde la nube aquella voz que aún resuena en
nuestros oídos, en nuestros corazones y en nuestro universo mundo: “Este es mi
Hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias, escúchenlo”. El Hijo
amado del Padre, ¿cómo no lo habían descubierto? ¿Cómo podían caminar días y
días sin darse cuenta al lado de quién caminaban? ¿De haberlo sabido, qué no
hubieran hecho para darlo a conocer a todos los hombres? ¿Y por qué no se habían
concientizado de aquél clarísimo: “Escúchenlo”?. ﾿Por qué nosotros mismos no le
escuchamos sintiendo que es el mismísimo Padre Dios el que nos invita escucharlo
y a reflejar su rostro en el rostro de su Hijo y de su Iglesia?
Lo cierto es que Pedro y los apóstoles estaban tan embobados y tan satisfechos,
que le propusieron a Cristo quedarse ahí, pues el ambiente así lo requería, pero
Cristo fue tajante al señalar la necesidad de bajar, para vivir cerca de los hombres,
antes de subir a otra montaña, menos placentera que aquella, pues se trataba de
subir al Calvario donde él encontraría la muerte.
La Iglesia de todos los siglos siempre ha tenido esa tentación, de quedarse
contemplando plácidamente al Maestro, a sus pies, en actitud de gozosa
meditación, pero la Cristo invita una y mil veces a bajar al plano, donde se
encuentran los hombres a los que aún no les llega el mensaje evangélico, es el
grito del Papa Francisco que se desgañita invitando a los hombres de Iglesia y a
todos los cristianos, a dejar la comodidad del templo para salir a invitar a todos los
hombres a entrar en la comunión con Cristo Jesús.
Precisamente los obispos reunidos colegialmente en Brasil, en Aparecida, señalan
algunos detalles que nos hablan de que la labor es cansada, es fatigosa, pero es lo
que quiere Cristo Jesús. Es tanto lo que se les confía y se les a los cristianos, que
bastarían algunas de las situaciones que tenemos que resolver
1.-La dignidad de la persona humana, principalmente de los pobres y marginados.
Hay situaciones de injusticia, de maldad y egoísmo, que reclaman de parte de los
creyentes, su intervención para que todos los hombres se sientan hermanos,
amados del Padre y acogidos por la Iglesia.
2.-La defensa de la vida humana, y de la vida que Cristo nos comunica en la
Eucaristía, y la vida eterna que jesus ofrece a todos. Gran don el de la vida
humana, que nosotros tenemos que aquilatar y valorar si queremos que el hombre
pueda seguir enseñoreando en este mundo, pero haciendo hincapié en que la
verdadera vida la da Cristo en la Eucaristía y aclarando que esta vida que a veces
les arrebatamos a los no nacidos o a los que nacieron con un defecto congénito,
tiene una continuidad en esa otra que Cristo nos ofrece y a costa de su propia vida.
3.-La dignidad de la familia, “Bendecimos a Dios por haber creado al ser humano
varón y mujer, aunque ahora se quiera confundir…pertenece a la naturaleza
humana el que el varón y la mujer busquen el uno en el otro su reciprocidad y
complementariedad” ᄀCuántas dificultades tiene que afrontar hoy la familia! pero
tenemos que caer en la cuenta de que por siglos, la familia tiene que seguir siendo
patrimonio de la humanidad, por lo tanto, llamada a conseguir vocaciones para la
tierra y para el cielo, ciudadanos de ambos mundo, empeñados en la paz de todos
los hombres.
4.-no hay espacio, pero tenemos que pensar en la dignidad del trabajo, que aunque
produce fatiga, hace al hombre entrar en una dimensión nueva pues con él, el
hombre encuentra su dignidad y puede contribuir al engrandecimiento de nuestro
mundo. No podemos olvidad que la ciencia y la tecnología tendrán que tener como
máximo cometido estar al servicio de todos los hombres y no sólo de unas cuantas
naciones, reconocer que los bienes de este tiempo están destinados a todos los
hombres y finalmente, dar gracias a Dios porque América es hoy por hoy el
continente de la esperanza, que ya le ha dado al mundo nada menos que una
cabeza a toda la Iglesia, el Papa Francisco. ¿No es poca cosa, verdad?
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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