Comentario al evangelio del Viernes 14 de Marzo del 2014
Queridos amigos y amigas:
¡Cuántos criminales impunes! ¡Cuánta injusticia no reparada! ¡Cuánta corrupción disfrazada de bien
público! Cuando alguien se enfrenta a la justicia humana hay dos preguntas clave: ¿Qué hizo? ¿Qué se
hace con él? Sin saber realmente lo que una persona “ha hecho” no es posible saber “lo que conviene
hacer” con ella. Por desgracia, este binomio se desequilibra dramáticamente en la mayoría de las
actuaciones humanas, incluso en las que formalmente son calificadas de “justas”.
Frente a la impunidad de que gozan muchos criminales (asesinos, corruptos, explotadores, pederastas,
traficantes, etc.), nuestra reacción primera es la indignación. Hemos acuñado nuevas expresiones para
indicar esta respuesta ética: “tolerancia cero”, “el que la hace la paga”, “justicia para todos”. Con
quien “ha hecho” estas cosas “debemos hacer” una reparación satisfactoria. ¿Quién se atreve a discutir
esto?
Pero, ¿es suficiente? Para el profeta Ezequiel, el deseo de Dios es que el criminal “abra los ojos, se
convierta y viva”. El verdadero triunfo sobre toda injusticia no es solo la reparación del mal cometido
sino la “vida nueva” de quien la comete. Esta desproporción entre el mal hecho y el bien recibido es
ese “más” profético que ninguna justicia humana podrá nunca comprender y menos asegurar. Gracias a
Dios, ¡nos queda siempre Jesús!
Vuestro hermano en la fe:
Fernando González
Fernando González