Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Cuaresma,
Semana No. 1, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se
convierta de su conducta y que viva? * Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir? * Vete primero a reconciliarte con tu hermano
Textos para este día:
Ezequiel 18,21-28:
Así dice el Señor Dios: "Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y
guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no
morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo,
vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se
convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete
maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en
cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que
cometió, morirá.
Comentáis: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿Es
injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo
se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que
cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el
derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los
delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá."
Salmo 129:
Desde lo hondo a ti grito, Señor; / Señor, escucha mi voz; / estén tus oídos atentos
/ a la voz de mi súplica. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resistir? / Pero de ti procede el
perdón, / y así infundes respeto. R.
Mi alma espera en el Señor, / espera en su palabra; / mi alma aguarda al Señor, /
más que el centinela la aurora. / Aguarde Israel al Señor, / como el centinela la
aurora. R.
Porque del Señor viene la misericordia, / la redención copiosa; / y él redimirá a
Israel / de todos sus delitos. R .
Mateo 5,20-26:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los
antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el
que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano
"imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado",
merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de
que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de
camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
Homilía
Temas de las lecturas: ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se
convierta de su conducta y que viva? * Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir? * Vete primero a reconciliarte con tu hermano
1. "No quiero la muerte del pecador"
1.1 Dios abre su corazón: no quiere la muerte. Él es el Dios vivo, el Dios que da la
vida, el Dios que vence a la muerte. Dios no quiere la muerte, sino que la increpa
con dura voz: "Oh muerte, ¡yo seré tu muerte!" (Os 13,14). Dios no quiere la
muerte; ¿podría decirlo de modo más claro que aquello que leemos en el
Deuteronomio? Allí encontramos: "Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos
contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la
maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando al
Señor tu Dios, escuchando su voz y allegándote a El; porque eso es tu vida y la
largura de tus días, para que habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres
Abraham, Isaac y Jacob" (Dt 30,19-20).
1.2 La condición para que el pecador viva es simplemente que se aparte de aquello
que le mata, es decir, del pecado. Así entendemos que arrepentirse es un acto de
supervivencia y un modo sencillo y directo de amarse rectamente a sí mismo. Cosa
que es bueno saber en todo tiempo pero que resulta tanto más saludable en el
tiempo de cuaresma, tiempo por excelencia para arrepentirnos de nuestras culpas.
1.3 Toda la conversión es la historia de un hombre que deja lo que le mata y se
vuelve hacia quien es su Vida. Y así como el que se vuelve al sol necesariamente es
iluminado, así también quien vuelve a mirar a Dios es vivificado.
2. Una justicia mejor
2.1 Los fariseos presumían de ser justos. Practicaban o aparentaban practicar
escrupulosísimamente los detalles ínfimos de la Ley para darse la certeza interior y
proyectar la imagen exterior de ser justos, muy justos, perfectamente justos. Con
un toque de ironía Jesucristo habla de una justicia "más perfecta". ¿En qué
consistirá? ¿Se trata de ser todavía más rigurosos en los detalles de la legislación y
las venerables tradiciones de los mayores? No. La propuesta de Jesús es de otro
orden.
2.2 En realidad Jesús hace dos cosas con la Ley: por una parte, la lleva al interior
del hombre. No es ya una ley de lo observable, y por tanto de las apariencias, sino
de la sinceridad, de la intención, de la verdad del corazón. Por otro lado, Jesús une
indisolublemente la Ley que nos une a Dios con la Ley que nos une a los hermanos.
No caben ya, entonces, esos modelos de supuesta "santidad" que creen que van a
sobresalir más cuanto más abajen al resto del universo.
2.3 La religión de la sinceridad y del corazón es también la religión de la
comprensión y de la reconciliación. O dicho de otro modo: la religión de la VERDAD
es también la religión de la MISERICORDIA. ¡Eso es fantástico! Y por eso es más
perfecto este nuevo esquema, esta nueva "justicia". En el esquema farisaico ser "de
verdad" justo implicaba endurecerse contra el que no lo era; y ser "compasivo"
quedaba relegado para lo que no eran "verdaderos" fieles.
2.4 Ahora con Jesús se han hermanado la verdad y la misericordia; ahora es
posible encontrar al Señor allí donde están los rostros de todos esos pobres y
pequeños que son como yo: se llaman mis hermanos.