Ciclo A: II Domingo de Cuaresma
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos y amigas
La Transfiguración del Señor es la máxima epifanía o revelación sobre quién es
Jesús (Mt 17, 1-9). Es también un anticipo de su Resurrección y un pregusto de lo
que será el cielo. Para los apóstoles fue ante todo una ayudamemoria y un
estímulo, que los mantuvo con fe y esperanza, pese a todo, cuando llegaron los
tiempos difíciles de la Pasión y Muerte del Maestro. Lo fue para ellos y sigue
siéndolo para nosotros. Veamos estos puntos un poco más al detalle, sabiendo que
este evangelio contiene otros muchos, tan importantes como el del llamado secreto
mesiánico (Mt 17, 9)
Epifanías o revelaciones sobre quién de verdad era Jesús hay muchas en los
evangelios. Pueden verlas con provecho en Lc 2, 10-12; Mt 2, 2; Jn 2, 11; Mc 1,
10-11. Pero, como dije, la máxima epifanía es la de la Transfiguración, porque en
ella se unen la naturaleza, la historia y el mismo Dios, para decir que Jesús es el
Hijo de Dios.
La naturaleza, ante todo, pues Jesús se transfiguró venciendo todas las leyes
naturales: su rostro resplandeció como el sol y sus vestidos se volvieron blancos
como la luz.
La historia, luego, pues los dos grandes protagonistas de la historia de Israel,
Moisés y Elías -(la ley y los profetas)-, vienen del más allá para escucharle y
conversar con Él. De hecho están reconociendo que es el Maestro de la Nueva
Ley (el nuevo Moisés) y el Mesías esperado (el nuevo Elías).
Dios mismo, que hace oír su voz poderosa una vez más (ver Mt 3,17) para
proclamar que Jesús es “mi Hijo, el amado, el predilecto. Escúchenlo”.
La Transfiguración del Señor es un anticipo de la Resurrección de Jesús, pues, como
en la Resurrección, aparece con un cuerpo espiritualizado, todo él radiante e
irradiando felicidad. Y, como dije, en amena conversación con Moisés y Elías, como
si estuvieran en el cielo. Los que creyeron estar en el cielo fueron los apóstoles:
¡qué bien se está aquí!, exclamó Pedro. Y, como queriendo perpetuar el momento
de gozo y éxtasis que están viviendo, propone hacer tres viviendas: una para
Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Se olvida de ellos mismos, pues están tan
bien que lo único que quieren es que la experiencia dure para siempre, que no
termine.
Recordar siempre lo que vieron y quién es realmente Jesús, fue sin duda lo que el
Señor se propuso, cuando tomando consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan, se los llevó a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Para que no
se desalentasen cuando lo vieran sufriendo y muriendo… Gracias, apóstoles, porque
vuestra experiencia nos ayuda a no desalentarnos en los días difíciles…
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)