Ciclo A: II Domingo de Cuaresma
Javier Balda, C.M.
Escuchadle en la fe
No es la transfiguración de Jesús lo que me asombra. No son las palabras de Pedro
las que me tranquilizan. No es la presencia de Moisés y Elías la que me causa
extrañeza. Para el hombre de fe todo es fácil de comprender y aceptar.
Lo que me preocupa es que Cristo se transfiguró cuando comenzaba su caminar
hacia el Calvario. Lo que no me deja tranquilo es que Moisés y Elías reconozcan
justo en este momento a Jesús como el verdadero Mesías esperado que tiene que
pasar por la muerte para ser el Salvador prometido. Es la voz del Padre, dirigida a
los apóstoles que más tarde contemplarán el sacrificio de Jesús la que me
cuestiona.
No es lo que vemos y contemplamos lo que nos debe tranquilizar. No es el gozo y la
admiración que sentimos lo que nos debe paralizar. Cristo baja de la cumbre y
nosotros con Él. Cristo sigue caminando y nosotros deberemos seguir sus pasos. Es
la voz del Padre “escuchadle a Él” la que debe turbar nuestros sue￱os y hacernos
despertar a la realidad. Es Jesús el que seguirá hablando y nos dirá: la verdadera
transfiguración vendrá cuando suba al Calvario y entregue mi vida en holocausto
agradable a nuestro Dios. Esa es la voz que debo escuchar, esa es la voz que tengo
que seguir, esa es la voz que debo aceptar y vivir si un día quiero ser transfigurado
como Él, si un día quiero gozar con su transfiguración, con la mía y con la de todos
vosotros.
Sueña con ese Cristo transfigurado pero no te refugies en tu sueño. ¡Qué bien se
está aquí!
Goza con la transfiguraci￳n de Cristo pero no le “hagas una tienda” para encerrarlo
en tu gozo. Goza y déjalo libre. Déjalo libre, deja de soñar, ponte en pie y síguelo.
Cristo ha dejado el monte. Moisés y Elías ya han desaparecido. La voz del Padre se
ha hecho silencio. Es el momento de escuchar sólo a Jesús.
Sueña y goza si quieres pero ponte en camino hacia la cumbre del Calvario, de la
muerte, de la redención. Hacia esa cumbre se dirige Jesús.
Tus ropas relucirán, tu rostro brillará, tu corazón gozará, cuando cargado con tu
cruz mueras al
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)