Segunda semana de Cuaresma
SÁBADO
De camino hacia el Padre misericordioso
Lucas 15, 1-3.11-32
“Había que hacer fiesta y alegrarse porque este hermano tuyo estaba muerto y ha
vuelto a la vida”.
Al terminar la segunda semana de Cuaresma somos invitados nuevamente a
contemplar el corazón del Padre para dejar reavivar en el nuestro la alegría de
sentirnos hijos, podernos encontrar más profundamente con Él y recuperar nuestra
actitud de hermanos.
Hoy podemos leer el evangelio como la parábola del Padre que nos revela el amor
único e incondicional por el hijo pecador y hace fiesta porque es reconocido por Él
como padre, e invita al hijo que se consideraba justo para que reconozca a éste
como hermano.
La parábola vuelve a invitarnos con fuerza a ser misericordiosos como el padre
(ver Lucas 6,36; 11,4) para no quedarnos fuera protestando por que Jesús hace
fiesta con los pecadores (15,28.30).
Parece ser que una de las intenciones principales de Lucas sea llevar el hermano
mayor que se siente justo, y por lo tanto no necesitado de conversión, a que
reconozca al padre como Él es y acepte su misericordia; solo así podrá liberarse de
una relación formal y legalista con Él y pasar a la alegría de sentirse hijo.
Sucede como San Pablo, quien de una observancia a la ley que se había vuelto para
él un absoluto, pasó “ al sublime conocimiento de Cristo Jesús mi Señor
(Filipenses 3,6.8) y se convirtió de su propia justicia a la misericordia del Padre que
le fue ofrecida gratuitamente en Jesucristo. En este proceso de conversión profunda
Pablo tuvo que cambiar la imagen de Dios que él tenía y descubrir su rostro
humilde y misericordioso que Jesús nos revela.
Nuestra conversión sigue también este proceso descubrimos la misericordia del
Padre que trata a todos justos y pecadores como hijos; y desde esta experiencia
salimos de nuestro yo y centramos en Él nuestro corazón, pasando de la amargura
de nuestro pecado o de la presunción de nuestra justicia, a la alegría del ser hijos
del Padre.
Quedémonos en este día contemplando el corazón del Padre como Jesús lo revela
en esta parábola (15,12.20.22.23.24.31-32). Así impregnados por su misericordia y
sintiendo el gozo de ser hijos recuperaremos el sentido de la fraternidad.
Cultivemos la semilla de la Palabra en el corazón.
1. ¿En qué se parece y en que se diferencia la actitud de los dos hijos de la
parábola? ¿Con cuál de ellos me identifico más?
2. ¿Cómo manifiesto la alegría cuando un hermano mío cambia de camino y vuelve
a la vida? ¿Me esfuerzo por ayudar a este cambio?
3. ¿Me considero una persona ‘justa’ que siempre hace bien las cosas y por esto
merece ser tenida en cuenta? ¿Qué debo cambiar al respecto?
“Que las almas piadosas se hagan un deber en estos días de salvación: perdonar
las ofensas, despreciar las afrentas y olvidar las injurias”
(San León Magno, “Sobre la Cuaresma”)
Padre Fidel Oñoro CJM