IV Semana de Cuaresma
Sabado
Lecturas bíblicas:
a.- Jr. 11,18-20: Cordero manso llevado al matadero.
Este texto nos descubre la interioridad de un profeta, una auto-confesión de sus
luchas y temores, sufrimientos y dudas. Los diálogos con Yahvé o sus monólogos
dejan ver todo aquello que supera su misión carismática. Vemos como el profeta se
ve ante los proyectos de muerte de sus adversarios. Descendientes de Abiatar no
veían con buenos ojos el sacerdocio del templo de Jerusalén, menos que uno de
ellos fuera a predicarles; quizás pensaban que era ellos los que habían enviado a
Jeremías a predicarles destrucción. Cuando se entera de su destino, el profeta se
vuelve agradecido a Dios por avisarle de su situación. Todo esto le hace reflexionar
sobre su destino y el verdadero sentido de la existencia humana. Su vida, es como
la de un cordero llevado al matadero; hasta sus amigos y familiares se han vuelto
contra él, quieren incluso que desaparezca su nombre. “Talemos el árbol en su
vigor” (v. 19). El profeta, quizás olvidándose de sí, no pide misericordia sino
justicia; sabe que su dolor es por ser profeta de Yahvé, no es por otra cosa. El
texto termina pidiendo venganza por parte del profeta contra sus enemigos. Seis
siglos más tarde, Jesucristo, clavado en Cruz, perdonará a sus enemigos. Será el
triunfo no de la venganza, sino del amor de Dios por la el cual se transformará la
vida de los hombres (cfr. Lc. 23, 34).
b.- Jn. 7, 40-53: Nuevas discusiones sobre el origen de Jesús.
El evangelista va mostrando que a medida que Jesús da a conocer su misterio, su
revelación, agudiza las conciencias de sus oyentes, por las que desfilan personajes
bíblicos señeros como el Profetas o el Mesías, pero este último no podía venir de
Galilea; Jesús un nuevo Moisés (cfr.Jn.7,37-39;Ex.17,1-17;Nm.20,1-
11;Dt.18,15;Ez.7,37-39). Entre los oyentes hay quienes quieren detenerle, los
guardias enviados por las autoridades tampoco lo hacen cautivados por las palabras
de Jesús (v.46). Lo que demuestra que Jesús es verdaderamente hombre y
sabiduría de Dios. Los hombres de la ley, maestros fariseos y sacerdotes se
ajustaban a la sola Escritura, de ahí el rechazo de Jesús, porque de Galilea no podía
venir nada ningún profeta que trajera la salvación. Cuando los guardias vuelven sin
haber atrapado a Jesús, se percibe cómo ellos habían implantado la tiranía de la
Ley, sin permitir que hubiera disensión entre ellos, porque los fariseos pensaban
que sólo ellos podían cumplir la ley, los demás eran unos malditos, por desconocer
la voluntad de Dios manifestada en ella. Les reprochan a los guardias, si también
ellos se ha dejado engañar, porque ninguno de ellos, fariseos y sumos sacerdotes,
han creído en ÉL (v.48). La defensa que hace Nicodemo de Jesús es tan pobre,
nacida de la Ley, no de la inocencia de Jesús; no se podía juzgar a nadie sin oírlo.
Es el mismo Nicodemo que juzga a Jesús con una medida desde lo humano, que
ante los argumentos legales de los suyos, calla (vv.51-52). El argumento de fondo
es que no se puede tomar en serio a ningún hombre que venga de Galilea, con
pretensiones salvíficas para el pueblo de Yahvé. Argumento irónico porque sí hay
un profeta que nació en Galilea, Jonás ben Amittai, cerca de Nazaret (cfr.
2Re.14,25), con lo que se ve que los fariseos habían identificado Judea como
espacio de salvación, no así Galilea porque ahí existían sincretismo religioso.
Nicodemo recibe el consejo de escrudiñar las Escrituras, donde se había anunciado
que de Galilea, el pueblo que andaba en tinieblas, contemplarían una gran luz, la
aurora de la salvación (cfr. Is.9,1; Mt.4,15). Ahora la luz de salvación está en
nuestra orilla, gocemos de la salvación que nos trajo Jesús, desde su misterio
personal y entrega en su misterio pascual. Debemos quedarnos con lo que ÉL nos
comunicó en su Palabra, lo que la Iglesia nos enseña en cada celebración litúrgica,
y lo su Espíritu nos entrega en lo íntimo de la oración que es unción que nos
inspira a seguirle cada día, sobre todo en este tiempo de Cuaresma. Jesús viene del
Padre, para mostrarnos el camino de la salvación a todos. Su entrega total a la
voluntad del Padre, nos debe disponer a tomar en serio su ejemplo, para movernos
a imitarle, seguirle, la identificación con ÉL, hasta revivir su misterio pascual en la
propia existencia (cfr. Rm. 8, 29).
San Juan de la Cruz nos enseña: “El camino de padecer es más seguro y aún más
provechoso que el de gozar y hacer: lo uno, porque en el padecer se le añaden
fuerzas de Dios, y en el hacer y gozar ejercita el alma sus flaquezas e
imperfecciones; y lo otro, porque en el padecer se van ejercitando y ganando las
virtudes y purificando el alma y haciendo más sabia y cauta” (2N 16,9).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD