IV Domingo de Cuaresma, Ciclo A.
Luz que cura nuestra ceguera
La Palabra: “He venido a este mundo para que los que no ven vean, y los que ven
se queden ciegos” (Jn 9,1-41).
1. El portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura, escribió una breve y
significativa novela titulada: Ensayo sobre la ceguera. Quiere describir la situación
de nuestra sociedad, donde las personas, sin tener lesión física en los ojos, se
quedan en la superficialidad y son incapaces de ver la realidad profunda de lo que
sucede. La racionalidad instrumental u obsesión por lo útil y rentable nos va
instalando en la cáscara y entreteniendo en el consumo inmediato.
2. El ciego de nacimiento, que en aquella sociedad judía no era reconocido como
sujeto capaz de pensar y actuar por su cuenta, al encontrarse y dejarse curar por
Jesús, declara: “soy yo mismo”. Cuaresma es tiempo adecuado para que los
cristianos renovemos nuestro bautismo, vayamos al encuentro con Jesucristo y nos
dejemos curar por él para no quedarnos en esa superficialidad ni alienados por las
propagandas que nos golpean y atolondran.
3. Un detalle en el evangelio: hay unos que se creen los únicos conocedores de la
realidad, los únicos que ven. Como dueños y señores de la situación, procuran que
los otros no vean para no perder sus puestos de privilegio en la sociedad. Jesucristo
denuncia su falsa prepotencia: “He venido a este mundo para que los que ven se
queden ciegos”. Y afirma claramente que su misión es abrirle los ojos a aquellos
que, manipulados por otros, están ciegos. De esta manera, podrán ver la realidad
profunda de lo que acontece y llegar a ser ellos mismos. Una buena catequesis para
nosotros en esta sociedad donde tanto cuentan las apariencias y el placer inmediato
que no acaba de darnos felicidad.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net