CICLO B
TIEMPO ORDINARIO
XII DOMINGO
La Palabra de Dios hoy nos transmite este mensaje: el creyente, ante los problemas
y las desgracias, no debe acobardarse ni dejarse vencer por el miedo. Sino que ha
de tener fe total en Dios. Fe en Cristo. Esta fe, que es confianza absoluta en el
amor infinito de Dios, hará de nosotros hombres y mujeres nuevos, porque estamos
unidos a Cristo.
Creemos en la cercanía de Dios, que siempre quiere lo mejor para nosotros. “El que
cree nunca está solo” (Benedicto XVI). Porque Dios es amor, es pura bondad. Y sólo
Él puede salvarnos del miedo. Porque “jamás dejas de dirigir a quienes estableces
en el sólido fundamento de tu amor”, le decimos a Dios en la oración colecta de
este domingo. Dios nos ha creado por amor y nos llama a vivir unidos a Él, en
comunión de amor con Él. Decía Santa Catalina de Siena: “Es necesario que
veamos y conozcamos, en verdad, con la luz de la fe, que Dios es el Amor supremo
y eterno, y no puede desear otra cosa que no sea nuestro bien”.
La primera lectura nos presenta el caso de Job. Un hombre feliz, lleno de riquezas y
de hijos al que visitan la desgracia y la enfermedad. Job pide explicaciones a Dios:
¿por qué sufre el justo? Y Dios le pide vivir confiado y unido a Él, que es el Señor
del universo, Dominador de la fuerza desatada del mar: “¡Llegarás hasta aquí, no
más allá - le dije -, aquí se romperá el orgullo de tus olas!” (primera lectura).
En el Evangelio los discípulos se encuentran con las fuerzas de la naturaleza. En
medio de un huracán. Les invade el miedo y se acobardan, a pesar de que Jesús
estaba con ellos en la misma barca. “De pronto se desató un fuerte viento y las olas
se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa,
reclinado en un cojín” (Evangelio).
En la Biblia el mar es considerado una realidad amenazadora y destructiva, causa
de angustia, tribulación y miedo, tal como nos dicen la primera lectura y el salmo
responsorial. Sólo Dios, el Creador de todo, puede dominarlo. En el Evangelio
leemos cómo Cristo calma el mar embravecido por el viento tormentoso. El gesto
de Jesús es un signo de su señorío, que lleva a pensar en su divinidad: “﾿Pero
quién es éste? ᄀHasta el viento y las aguas le obedecen!” (Evangelio). Es el Dios al
que están sujetos los elementos de la naturaleza. En Él hay otra fuerza positiva y
transformadora, la fuerza del "amor de Cristo" (segunda lectura). Es la
omnipotencia del amor.
Ante el miedo y la cobardía de sus discípulos Jesús les dice: “﾿Por qué sois tan
cobardes? ﾿Aún no tenéis fe?” (Evangelio). La fe es la confianza total y la seguridad
infinita que da Dios. Es ponernos en manos de Dios, que nunca nos va a fallar. Y
menos en medio de la desgracia y de la tormenta. Dios nunca abandona a su amigo
Job. Cristo, nuestro hermano, aunque parezca que duerme, nunca nos deja solos.
Siempre está a nuestro lado. El miedo, la cobardía son consecuencia de la falta de
fe. “ᄀNo tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!...¡No temáis!
ᄀAbrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!”, decía San Juan
Pablo II en el comienzo de su pontificado.
Por el bautismo y la fe, que obra por el amor, el cristiano está unido a Cristo. Unido
vitalmente a Él. “El que vive con Cristo es una criatura nueva” (segunda lectura).
Vivir con Cristo y como Cristo. Debemos vivir como Él vivió. Pensar como Él pensó.
Tener los sentimientos propios de Cristo Jesús (Flp 2,5). Amar como Él nos ama.
Verlo todo a la luz de la fe.
Cristo es Dios verdadero, hecho hombre verdadero. Igual en todo a nosotros menos
en el pecado, que murió y fue sepultado, pero resucitó para llevar al hombre a vivir
en comunión con Él, participando de su naturaleza divina. Cristo, nuestro
contemporáneo, sigue siendo ahora también el Emmanuel, el Dios-con-nosotros.
Hemos de poner en Él nuestra seguridad, nuestra confianza y nuestra fe en medio
de las tormentas y los huracanes de la vida.
MARIANO ESTEBAN CARO