Ciclo A: V Domingo de Cuaresma
Javier Balda, C.M.
Yo soy la resurrección y la vida
Encuentro de amistad y de amor. Encuentro en el dolor y en la esperanza.
Encuentro que fructifica en un canto a la vida desde la fe y el amor.
Jesús ve y comparte el amor humano pero ofrece y quiere que acepten algo más.
Jesús, el maestro y amigo quiere prepararnos para que, más tarde, comprendan,
acepten y sean testigos de su muerte y resurrección, para que crean que Él es el
verdadero Mesías, el Hijo de Dios, que tanto los ama, que va a dar su vida por ellos
y que, con su muerte y resurrección, les va a abrir las puertas del Reino de los
Cielos.
Por eso, Jesús camina hacia la ciudad donde va a ser traicionado, calumniado,
maltratado y crucificado, se detiene para dar vida. Más tarde, también se detendrá
un momento en la Cruz pero seguirá caminando hacia la Pascua de Resurrección
para regalarnos la Nueva Vida.
Jesús es el maestro que va conduciendo a sus discípulos hasta la verdad plena de
su ser. “Es necesario que el Hijo del hombre muera y resucite al tercer día”. Yo soy
la Resurrección y la Vida”.
Por eso Jesús, el Dios de la vida, nos señala el camino hacia la verdadera vida y
crea en Marta, en sus discípulos y en nosotros la esperanza de que la muerte no es
el final sino el paso hacia la resurrección, el comienzo de la Nueva Vida. Es la
respuesta de Jesús a Marta, a esa mujer que llora la muerte física de su hermano,
que creen en Jesús con una fe incipiente, que ama a Jesús como al gran amigo de
su vida, que llena de confianza, le echa en cara su no presencia ante el amigo
enfermo de gravedad. “Marta, Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá, y el que está vivo y cree en mí no morirá para
siempre. ¿Crees esto?”.
Jesús no sólo invita a creer sino a dar una respuesta desde la fe. Quiere ser
reconocido como el amigo, pero, sobre todo, como el Señor de la vida y de la
muerte. Quiere que lo acepten como el amigo que llora la muerte de su amigo,
como el Hijo de Dios que tiene poder para resucitar a Lázaro, como el Dios que da
vida y vida eterna.
¿Nuestra respuesta? La misma respuesta de Marta: “Yo creo que tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
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