Pautas para la homilía
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.
“Hosana al Hijo de David”
La homilía de este domingo debe ser breve y sugerente. Indico algunas sugerencias
que se pueden apuntar
1. Jesús entra en Jerusalén aclamado como “Señor”, “el Hijo de David”, el
Mesías esperado: “decid a la hija de Si￳n, mira que viene tu Rey” (Is 62,11);
“justo y victorioso” (Zac 9,9). Pero al revés de los vencedores guerrero llegan con
sus caballos y carruajes, entran en la ciudad revestidos de poder, Jesús entra como
rey manso, humilde y pacífico. El asno es el animal manso que también montó
David en tiempo de paz. El mesianismo de Jesús no es triunfalista ni sigue la lógica
del poder. Es Dios mismo que se ha manifestado en la conducta de Jesús como
poderoso en el amor y en la compasión entregándose totalmente por nosotros.
“Hosana al Hijo de David” es un clamor de salvaci￳n. Todos tenemos facultades y
poderes. Hoy el evangelio, presentándonos el mesianismo novedoso de Jesucristo,
recuerda que sólo esos poderes nos humanizan y nos salvan cuando los ejercemos
como mediación del amor.
2. También se puede hacer un breve comentario al relato de la pasión
según San Mateo
- Sobre el preludio (Mt Mt 26,14-25)
Destacando la serenidad de Jesús ante su muerte, y al mismo tiempo la
soledad ante la incomprensión de sus mismos discípulos. Destacando cómo
Jesús era consciente de que su entrega total a proclamar y realizar la voluntad
del Padre –que nos relacionemos como hermanos- era rechazada por las
autoridades religiosas judías y podía llevarle a la condena. Su muerte fue la
consecuencia de su vida; lamentó el cruel desenlace pero aceptó el
sufrimiento apasionado por construir un mundo inspirado en el amor y
organizado en la justicia.
-Sobre la comida de despedida (Mt 26, 26-29).
En ese gesto profético Jesús expresó el significado de su vida y de su muerte:
compartir cuanto era y tenía; Verdaderamente Jesús en su conducta histórica
y en su muerte de cruz fue el hombre totalmente para los demás porque se
abrió totalmente a la presencia de Dios amor y ternura infinita. En la comida
de despedida Jesús comparte incluso con aquel que le está traicionando. El
jueves santo celebraremos ese misterio de amor que es la eucaristía, entraña
misma de la Iglesia.
-Sobre la agonía en Getsemaní (Mt 26,36-46).
Jesús murió con gran dolor y en medio de la oscuridad. Pero, animado por el
amor y respirando una confianza incondicional en el “Abba”, con su entrega
voluntaria venció a la muerte. En Getsemaní los discípulos Pedro, Santiago y
Juan, representantes de la comunidad cristiana, no entienden; “están
dormidos” como en la transfiguraci￳n del Se￱or ¿Qué sentido estamos dando
al sufrimiento que rodos encontramos en nuestra camino?
-Sobre la muerte de Jesús (Mt 26, 45-54).
San Mateo que en el relato de las tentaciones presenta Jesús como el
verdadero pueblo que ama a Dios con todo su corazón, con todos sus recursos
y con toda su vida, viene a decir lo mismo describiendo la muerte de Jesús:
tiene que soportar la condena por blasfemo, le despojan de sus vestido y por
fin, en medio del dolor –dando un fuerte grito- entregó la propia vida
confiando en el Padre. La primera comunidad cristiana pone en labios de un
pagano y representante del poder una confesión manifiesta: Si este hombre
ha sido capaz de morir y vivir con esta libertad y con este amor,
“verdaderamente es el Hijo de Dios”. El poder divino se ha manifestado como
misericordia inabarcable. Así Jesucristo es el primogénito de los creyentes (Hb
12,2)
Cabe también plantear una pregunta: ¿dónde estaba Dios mientras Jesús moría en
la cruz? Ante desgracias inexplicables, los seres humanos con frecuencia
preguntamos: ¿dónde está Dios? Si es todopoderoso e infinitamente bueno ¿por
qué no interviene para evitar las desgracias que sufrimos? Como no tienen
respuesta concluyen que Dios no existe. Otros más piadosos tratan de disculpar a
Dios: nos envía o permite esas desgracias para probar nuestra fidelidad. Unos y
otros discurren en la idea de que Dios está allá en las alturas interviniendo sólo de
cuando en cuando y arbitrariamente. Pero en la muerte de Jesús, Dios estaba
dentro de él, cono amor (Padre) y como fuerza (Espíritu). Gracias esa presencia
amorosa, Jesús fue libre hasta entregar la propia vida por amor venciendo así al
sufrimiento y a la misma muerte. Es la victoria que celebramos en la resurrección.
Lo que ocurrió en Jesús de Nazaret proporcionalmente puede ocurrir en todos, si
nos abrimos a esa presencia de amor que continuamente nos origina y sostiene.
Finalmente se puede hacer una reflexión, haciendo notar cómo en el relato de San
Mateo sobre la pasión y muerte de Jesús anticipa ya las celebraciones del triduo
pascual. Con el relato de la última cena adelantamos la celebración del Jueves
Santo: la vida y la muerte de Jesús son el evangelio de amor a todos sin
discriminaciones. La cruz como expresión de amor hasta el extremo, es el centro de
la celebración en el viernes Santos. Y San Mateó destaca también cómo, al entregar
Jesús su espíritu, se abren los sepulcros y tiene lugar la resurrección de los santos.
En el domingo de resurrección celebramos las primicias de una gran cosecha que
será la nueva humanidad y la nueva creación donde ya no habrá dolor ni muerte.
Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino "Olivar" (Madrid)
Con permiso de: dominicos.org