Lunes 07 de Abril de 2014
Santoral: Juan Bautista de La Salle
Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62 Ahora tengo que morir, siendo inocente
Salmo responsorial: 22 Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque
tú vas conmigo.
Juan 8,1-11 El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo
en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los
fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:
Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda
apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices? Le preguntaban esto para comprometerlo y poder
acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E
inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno,
empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha
condenado? Ella contestó: Ninguno, Señor. Jesús dijo: Tampoco yo te condeno. Anda, y en
adelante no peques más.
Pensemos…
En nuestras maletas llevamos como equipaje la vida y la muerte. La alegría y la
tristeza, pero también el pecado. Es el pecado el equipaje que nos retira el boleto-la llave
que abre la puerta al encuentro definitivo con Dios. Por eso Dios incisito en atacar al
pecado, pero hay que tener mucha misericordia con el pecador.
Entonces…
Observemos el evangelio de hoy a una mujer que le presentan a Jesús para que Él la
juzgue pues ha sido sorprendida en adulterio. Aquellas “autoridades” que buscan trampear
a Jesús, con la apariencia de fidelidad a la ley, usan a la mujer para esgrimir argumentos en
contra de Jesús. Hoy también, bajo la apariencia de fidelidad a las leyes de la iglesia,
muchas personas son marginadas: divorciados, enfermos de Sida, prostitutas, madres
solteras, homosexuales, etc.
Jesús reacciona como un buen orante. Recordemos que había pasado largo tiempo
en oración en el monte de los olivos. Sus enemigos le preparan una emboscada. Jesús se
agacha para escribir en la tierra, se avergüenza de la falta de misericordia por parte de los
acusadores. Les dice: "¡Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera
piedra!" Todos se alejan comenzando por los más ancianos. Ellos mismos se condenaron.
Jesús se levanta y la mira: "Mujer, ¿dónde están? ¡Nadie te ha condenado!" Y ella responde:
"¡Nadie, Señor!" Y Jesús: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más."
No podemos utilizar a Dios para condenar a alguien. Jesús es la luz que hace
aparecer la verdad. Jesús de pie, con autoridad absuelve, redime y dignifica a aquella mujer.
Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que
por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse (Lucas 15,7)
Actuar con buen criterio
El 14 de octubre de 1998, en un vuelo trasatlántico de la línea aérea British Airways tuvo
lugar el siguiente suceso. A una señora la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza
negra. La mujer pidió a la azafata que la cambiara de sitio, porque “no podía sentarse al lado
de una persona tan desagradable”. La azafata argumentó que el vuelo estaba muy lleno,
pero que iría a ver si acaso podría encontrar algún lugar libre en primera clase. Todos los
pasajeros observaban la escena con disgusto, no solo por el hecho en sí, sino por el hecho
de que además se le ofreciera un sitio a esa mujer en primera clase. Minutos más tarde
regresó la azafata y le informó a la señora: "Discúlpeme señora, efectivamente todo el vuelo
está lleno, pero afortunadamente encontré un lugar vacío en primera clase. Para hacer este
cambio tuve que pedir autorización al capitán, que me indicó que no se podía obligar a nadie
a viajar al lado de una persona tan desagradable." La señora, con cara de triunfo, intentó
salir de su asiento, pero la azafata en ese momento se volvió hacia el hombre de raza negra
y le dijo: "¿Señor, sería usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?". Todos los
pasajeros aplaudieron la acción de la azafata. Ese año, la azafata y el capitán fueron
premiados por esa actuación.
Padre Marcelo
@padrerivas