Jueves 10 de Abril de 2014
Santoral: Ezequiel
Génesis 17,3-9 Serás padre de muchedumbre de pueblos
Salmo responsorial: 104 El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Juan 8,51-59 Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo
que es morir para siempre. Los judíos le dijeron: Ahora vemos claro que estás
endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: Quien guarde mi palabra no
conocerá lo que es morir para siempre? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que
murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?
Jesús contestó: Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me
glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: Es nuestro Dios, aunque no lo conocéis. Yo
sí lo conozco, y si dijera: No lo conozco sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo
conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día;
lo vio, y se llenó de alegría. Los judíos le dijeron: No tienes todavía cincuenta años, ¿y has
visto a Abrahán? Jesús les dijo: Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
Pensemos…
Han pasado muchos años y los católicos han dejado a un lado la Palabra de Dios
(Biblia) o simplemente la han dejado como un adorno para la sala o una de las habitaciones.
Hemos escondido la Biblia porque nos pesa. Porque su lectura es dura y la letra muy
pequeña. Además dicen por ahí que enferma a la gente que la lee. Patrañas, mentiras y
falsedades que se comentan. Y se nos olvida una gran verdad: “Si alguno guarda mi
palabra, no probará la muerte jamás”
Entonces…
Vamos, muchos de nosotros, sin dirección por no leer la Palabra y al no hacerlo
nunca conoceremos a Dios y menos lo amaremos. Ayer los judíos le dijeron a Jesús: "Ahora
estamos seguros de que tienes un demonio…” Hoy, nosotros, ahí tan inmóviles, tan
indiferentes, tan pasivos delante de las grandes verdades que están en la Sagrada Palabra.
La ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo. (San Jerónimo) La Biblia
es la Palabra de Dios inspirada e inapelable en todo lo que predica. Hagamos un silencio y
escuchemos a Dios, que es un Padre amoroso. Él habla. Habló a Adán en el jardín del edén.
Moisés, Noé. Isaac, Jacob… A cada uno le dio instrucciones específicas. En esa Biblia está
la voz de Dios y hay que escucharla. No simple de oídas, sino hacerle caso para que
tengamos vida y vida en abundancia.
Escuchar a Dios es liberarse de muchos problemas y nos permite hacer lo correcto.
Dios nos dice muchas cosas. Hace falta hacer silencio. Hay que estar atentos, pues Él abre
los caminos y al hacerlo entenderemos muchas cosas. Habla a lo interno del corazón. A
través de otras personas. Desde la naturaleza. Siempre al comienzo. En la mitad y al final.
Dios no ha perdido su voz, pero hay que estar abierto a Dios. Por eso hay que
escuchar a Dios. Nos habla para que caminemos en sus propósitos. Si ayer habló. Hoy
sigue. Por ejemplo a Samuel que al principio no entendía y Elí le dijo: respóndele habla
Señor que tu siervo escucha.
Padre Marcelo
@padrerivas