Ciclo A: Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Javier Balda, C.M.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Domingo de Ramos. Domingo de pasión. Domingo, antesala del Domingo de
Resurrección. Cristo quiere ser reconocido, aceptado y vitoreado como rey en las
calles de Jerusalén, pero también en su caminar y morir en el Calvario. Para eso
vino a la tierra. ¡Ay de los que no se escandalicen de un rey así! Sólo así podremos
aceptarlo como nuestro Rey, como nuestro Salvador, el Domingo de resurrección.
El pueblo tiene hambre de fiesta. Hoy sale a las calles gritando: “Viva el hijo de
David” y ma￱ana gritará: “crucifíquenlo”. Hoy gritan su alegría y su esperanza,
mañana su odio y su menosprecio. Y Jesús, impasible, escuchará sus voces y
aceptará su veredicto. Él es el verdadero Rey de Israel, el Hijo de David, el Mesías
prometido y esperado, que se pasea triunfante por las calles de Jerusalén, pero es
también, el Hijo de Dios rechazado, vilipendiado, crucificado, asesinado. Hoy, Jesús,
acepta el aplauso y el rechazo del mismo pueblo y, más tarde, clavado en la cruz,
aceptará el aplauso y el rechazo del mismo pueblo. Hoy y mañana Jesús será el
mismo Cristo, el mismo Hijo de Dios, el mismo Rey de Israel.
¿Y tú? Aplaude y grita pro no te quedes con tus aplausos y tus gritos. Jesús,
terminada la “fiesta”, se pone en camino hacia la cumbre de su destino. Síguelo.
Camina junto a Él. Lleva en tus manos las palmas y sobre tus hombros la cruz y
síguelo de cerca. Arriba también debes gritar y aplaudir pues desde la cruz Jesús te
dirá: “Soy tu Dios. Soy tu Salvador. Es necesario que muera como el grano de trigo
para que recibas el blanco pan, alimento de salvación. Tómalo. Arriba, también,
deberás aplaudir, agradecer y gritar como el Centuri￳n. “Verdaderamente éste es el
Hijo de Dios”. es allí donde demostrarás que tus gritos y tus aplausos fueron
sinceros y recibirás gozoso la promesa de la resurrección.
Que la alegría y el gozo de hoy no te cieguen y no te permitan ver, contemplar y
aceptar, mañana, a tu Dios clavado en la cruz. Que el dolor y el sufrimiento y la
misma muerte de Jesús no te escandalicen y te derrumben y no te permitan gozar
con Él el Domingo de Resurrección. Piensa que el gozo y la alegría de Cristo deben
ser tu gozo y tu alegría. Alegría y gozo porque su resurrección es esperanza,
promesa y garantía de tu misma resurrección.
Con permiso de somos.vicencianos.org