Ciclo A: Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Sociedad de San Vicente de Paúl en España.
«Para tender a la perfección, hay que revestirse del Espíritu de Jesucristo» (SVdeP)
“Mi Señor me ha dado una lengua de discípulo, para saber decir al abatido una
palabra de aliento” El profeta quiere infundir ánimo y esperanza a su comunidad
que aún está en el destierro en Babilonia. Todavía no pueden creer en la liberación
cercana. Las primeras comunidades cristianas, releyendo en el Antiguo Testamento
estos cánticos del Servidor Sufriente de Yahveh, encontraron un profundo sentido
para entender la fuerza liberadora del martirio de Jesús. La muerte y el dolor, no
son la última palabra de la historia. Hay un Dios de vida que vela sobre nosotros y
nuestros acontecimientos. Jesús se vació de toda codicia de poder, honor o
riquezas. Despojó su corazón de cualquier ídolo para poder entregarse plenamente
al servicio del proyecto liberador del Padre-Dios. Durante toda su vida mortal, pasó
todos los días bregando para ser radicalmente fiel a Dios. La gran responsabilidad
de Jesús nacida del amor del Padre y a los hermanos, especialmente a los más
pobres y desamparados, le llevó a la fidelidad radical y a la obediencia absoluta a la
voluntad de Dios. Lo que Dios busca es una obediencia incondicional para cumplir
su plan de vida. La encontró en María, la esclava del Señor, y la encontró también
en Jesús, el Hijo amado. Éste es el eje que movió toda la vida de Jesús, que lo llevó
a su pasión, muerte y resurrección.
Al leer el Evangelio de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, estamos meditando
en el Evangelio de la libertad y el amor, vividos hasta el extremo. ¿Qué pretendía
Judas al traicionar a Jesús? Sus razones para cometer esa traición pudieron ser su
amor al dinero, la ambición, la envidia o la desilusión. En la medida en que alguien
deja de estar de acuerdo con el proyecto en el que se creía comprometido, muchas
veces llega a traicionarlo. Los relatos sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús,
sus palabras y acciones, tienen que servirnos a cada uno de nosotros, en estos días
de Semana Santa, para alimentar nuestra fe y para dar forma y sentido a nuestra
vida cristiana. Cuanto más estemos dominados por la acción de Dios, tanto más
obraremos como Dios mismo obra y Dios no retiene nada para Sí. Nos lo da todo en
Jesús, que se da a Sí mismo por amor. Él nos otorga participar de su propia vida,
que es plenitud de vida. Es preciso volvernos a Jesús para que Dios nos invada y lo
llene todo. La construcción del auténtico ser humano está en la adhesión
incondicional a lo que Dios hace en el hombre: no se trata de hacer por nosotros
mismos, sino de abrirnos a lo que Dios quiere hacer en nosotros; por eso decimos
que la fe es una disposición para que Dios trabaje en nosotros y en el mundo.
En los personajes de la Pasión encontramos personas que golpearon, que juzgaron,
que condenaron, que se aprovecharon del débil, que huyeron, que se lamentaron,
que sufrieron con Él, que lo traicionaron, que lo escarnecieron; y también personas
a los que Jesús perdonó. La actitud de Jesús nos llama a revisar nuestras prácticas,
ideas y actitudes.
¡Que hoy sea para nosotros verdaderamente Domingo de Ramos en la Pasión del
Señor, donde lo importante es Jesús que entrega su vida y no simplemente los
ramos de un domingo que no nos comprometen con el proyecto liberador del
mismo Señor!
«Acuérdense que vivimos en Jesucristo, por la muerte de Jesucristo y que hemos
de vivir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y que nuestra vida tiene que estar
oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y que, para morir como Jesucristo, hay
que vivir como Jesucristo.» (SVdeP)
Con permiso de somos.vicencianos.org