Domingo de Ramos/ A (Mt 21, 1-11; Is 50, 4-7; Fil 2, 6-11; Mt 26, 14-
27.66)
La liturgia del domingo de Ramos es casi un
solemne pórtico de ingreso
en la
Semana santa. Asocia
dos momentos opuestos entre sí
: la acogida de Jesús en
Jerusalén y el drama de la Pasin; el “Hosanna” festivo y el grito repetido muchas
veces: “ᄀCrucifícalo!”; la entrada triunfal y la aparente derrota de la muerte en la
cruz. Así, anticipa la “hora” en la que el Mesías deberá sufrir mucho, lo matarán y
resucitará al tercer día (cf.
Mt
16, 21), y nos prepara para vivir con plenitud el
misterio pascual.
El domingo pasado contemplamos la victoria del Señor sobre el último y más
temible enemigo: la muerte, anticipando la victoria final de la resurrección. Hoy la
Iglesia nos va preparando para que en su momento podamos cantar el himno de
victoria, el de la secuencia pascual:
“La vida y la muerte se enfrentan en un duelo
admirable: el Señor de la vida estuvo muerte, y ahora, vivo, reina”
. Pero para
llegar a este momento Cristo tuvo que atravesar dos puentes: el puente del
“
Hosanna
” y el puente del “
Crucifícale
”. Cristo, ante el grito “
Hosanna
” no se
vanaglorió, pues tenía la mirada puesta en la misión redentora encomendada por el
Padre. Y ante el grito “
Crucifícale
”, no se resisti ni se ech atrás (primera lectura);
al contrario, se despojó de sí mismo y fue obediente hasta la muerte (segunda
lectura), dándonos su Cuerpo de comida, su Sangre de bebida, su Espíritu como
aliento y a María como madre.
En el domingo de Ramos Jesús escuch el “
Hosanna
” de los corazones buenos de
tanta gente de Jerusalén. Son las palmas y vítores. ¿Qué hizo Jesús, cómo
reaccionó Jesús? Él elevaba esos vítores a su Padre celestial y le daban ánimo para
seguir el camino hacia la inmolación libre y amorosa de su vida para salvar a la
humanidad.
También en este día Jesús escuchó con mucha tristeza y pena el grito loco
“
Crucifícale
”, orquestado por personas envidiosas y soberbias que querían matarlo,
deshacerse de Él, porque su mensaje era distinto –no contradictorio- al que ellos
seguían. De las palmas del “
Hosanna
” a las lanzas del “
Crucifícale
”. Qué hizo
Jesús, cómo reaccionó Jesús? Sufrió en silencio. Perdonó a todos. Amó a su Padre.
Subió a la cruz para morir y así salvar a todos los hombres.
Nosotros en nuestra vida humana y cristiana tendremos que atravesar muchas
veces esos dos puentes: el puente del “
Hosanna
”, o sea el puente de los aplausos,
de los éxitos, de las castañuelas. Pero tal vez a la vuelta de la esquina me espera el
otro puente, el puente del “
Crucifícale
”, que es el puente de la humillacin, del
fracaso, de la difamación, del desprecio, de la calumnia. ¿Cómo reaccionaremos?
Con los mismos sentimientos de Cristo Jesús (segunda lectura). Ante el primer
puente, el fácil, con gratitud y elevando nuestros ojos al cielo. Y ante el segundo, el
cruel, con paciencia, con capacidad de perdón y ofreciendo todo a Dios para que
nos sirva de purificación y de unión con el sacrificio de Cristo.
Ver a Jesucristo insultado, cubierto de burlas, golpeado y condenado injustamente,
colgado de un madero hecho un llaga de pies a cabeza y suplicando a su Padre el
perdón para los verdugos debe llevarnos a no protestar cuando el sufrimiento haga
presa en nosotros, a recorrer el camino que Él recorrió, a amar a ese Jesús, que no
duda en dar su vida, a ese Dios que nos ha querido tanto.
Pero también pensemos: soy también yo de los que pasan del “
Hosanna
” de las
alabanzas al Seor, y a los pocos días e incluso horas al “
Crucifícale
”? Qué prefiero
y pido para mí a Dios en mi oracin el “
Hosanna
” o el “
Crucifícale
”? Qué personaje
quiero ser en esta Semana Santa: Pedro, Judas, soldados, Pilato, Herodes, Simón
de Cirene, los fariseos y sumos sacerdotes, María, Juan…?
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)