Vigilia Pascual en la Noche Santa, Ciclo A
Jesús pasa de la muerte a la Vida, y con su glorificación nos abre las
puertas del paraíso
“Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María
Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se
produjo un gran terremoto, pues el ángel del Señor bajó del cielo y,
acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su
aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve.
Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se
quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo:
«Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no
está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar
donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha
resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea;
allí le veréis." Ya os lo he dicho.» Ellas partieron a toda prisa del
sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus
discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os
guarde!» Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron.
Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que
vayan a Galilea; allí me verán»” (Mateo 28,1-10).
1. “Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana,
María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro”. Un poeta
francés escribi￳ un sue￱o, de quien se encontraba sin Dios, sin Padre… al
despertar, alabó al Señor por el don de su misericordia, de su resurrección
y la nuestra, pues la pesadilla le hizo valorar más la fe… así pienso que las
santas mujeres vivirían una alegría inmensa cuando “de pronto se
produjo un gran terremoto, pues el ángel del Señor bajó del cielo y,
acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su
aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve.
Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se
quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo:
«Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no
está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar
donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha
resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea;
allí le veréis." Ya os lo he dicho.»”
Se desarrolla una guerra en el mundo, y nuestro corazón es «campo
de batalla en el que dos tendencias se disputan la primacía: el amor a la
vida y el amor a la muerte» (E. Fromm). La muerte es el absurdo, la
desesperación. La vida es la esperanza, la alegría de acoger a todos, la
pasión por gozar de todo y comunicarlo a los demás: “Ellas partieron a
toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la
noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les
dijo: «¡Dios os guarde!» Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies
y le adoraron. Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis
hermanos que vayan a Galilea; allí me veránᄏ”.
El himno “Victimae paschali laudes” («Alabanzas a la víctima
pascual»), del siglo Xl, incluye un diálogo con María Magdalena: " ¿Qué has
visto de camino, María en la mañana? ". Y María responde: « A mi Señor
glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y
mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a
Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la
pascua ». María Magdalena es la gran protagonista de las primeras
apariciones del Resucitado. Aquí la vemos con otras mujeres, a diferencia
del evangelio de Juan, que acude sola al sepulcro. Desde siempre, en las
distintas manifestaciones del arte popular, la Magdalena es una figura
atrayente, modelo de conversión, y de cercanía a Jesús. A ella hoy
queremos acudir también nosotros: «Dinos, María», cómo te transformó
Jesús, cómo viviste su presencia resucitado, y lo que sentiste cuando Jesús
te miraba a los ojos y al corazón… dinos que valió la pena estar junto a la
cruz del Señor, intentándole dar aunque sólo sea tu compañía y tu amor, y
que el seguidor del maestro tiene que estar junto a las cruces del hombre
de nuestro tiempo. Y «dinos, sobre todo, María», en esta noche de pascua,
que podemos sentir que Cristo resucitado nos llama por nuestro propio
nombre y nos dice siempre al corazón una palabra de aliento y esperanza.
Que Cristo resucitó de veras que sigue hoy vivo ante mi propia vida (Javier
Gafo).
2. Las lecturas del Antiguo Testamento tienen un ritmo interno bien
conocido: la Ley y los Profetas, con los Salmos. En el primer grupo, la
creación, el sacrificio de Abrahán y el paso del mar Rojo. En el segundo, la
llamada al amor renovador (con una alusión intencionada a los días de Noé
y al diluvio: referencia bautismal y eclesial) y las imágenes sapienciales de
la alianza (el agua, el alimento, la Palabra) en los dos textos de Isaías; la
llamada entusiasta a la fe, en el texto de Baruc; la promesa del don
escatológico (un pueblo, un agua pura, un corazón y un espíritu nuevos), en
el maravilloso texto de Ezequiel. En los salmos resuenan los temas de las
lecturas que les preceden, destacándose los dos cánticos bíblicos: el de
Moisés para la lectura del Éxodo y el de Isaías 12 como cántico bautismal
(Pere Tena).
El Génesis nos narra el principio, cuando “ creó Dios el cielo y la
tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la
tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y
dijo Dios: "Que exista la luz."” Y así cada día de su trabajo… separó el
día y la noche, y puso lumbreras en la b￳veda del cielo, “ para señalar las
fiestas, los días y los años… para dar luz sobre la tierra ”. Y así hasta
su obra maestra, vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del
mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la
tierra ." Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo
creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: "Creced,
multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del
mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la
tierra…" Y les hizo señores de todo. “Y vio Dios todo lo que había
hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día
sexto”.
Y descansó el día séptimo, anuncio del octavo que hoy celebramos, la
nueva creación. Obra de Dios, por amor. Como el enamorado que busca al
ser amado con una pasión que da sentido a su vida. Vive sólo para él y por
él; piensa en él, existe con referencia a lo que el otro piensa, experimenta y
vive. Ser buscado por alguien es la felicidad del que es amado. Somos
buscados por Dios desde el principio. Y con impaciencia y pasión. Sí, somos
fruto de la pasión de Dios, que nos dice: "La fuerza con que te amo no es
distinta de la fuerza por la cual existes"” (Paul Claudel).
“Dios y Padre creador, / bendito sea tu nombre; / Tú nos has hecho a
tu imagen / y nos has moldeado a semejanza tuya. / Llevamos ya estos
nombres gloriosos: / hijos amados, / hombres nacidos de una palabra de
amor. / Haz que nada desfigure nuestra belleza original, / sino que ésta
florezca esplendorosa, / sin mancha ni arruga, / en la resurrecci￳n eterna”
(“Dios cada día”, Sal terrae). De todas las cosas creadas, sólo el hombre es
llamado "imagen de Dios". La faz del Dios invisible se halla sobre el frágil
rostro del hombre.
" Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno ". Es una
visión positiva de la creación, la realidad material no es mala sino buena, la
idea maniqueísta de que lo corporal es malo, no es bíblica ni cristiana. El
tapiz de la creación, de la catedral de Gerona, habla con pinturas de esta
realidad teológica: el mundo es bueno, salido de las manos de Dios, y las
realidades de nuestro mundo son buenas, no hemos de renegar de nada, ni
reprimir, sino –como dice el texto- trabajar el jardín, cuidar de la creación,
dar gloria al Creador trabajando con Él en la superación del caos: Dios pone
orden, separa, distingue. El Salmo canta por eso: “ bendice, alma mía, al
Señor: / ¡Dios mío, qué grande eres!... ¡Qué magníficas son tus
obras, Señor! / Todas las cosas hiciste con sabiduría” .
El Génesis nos sigue contando que Abraham fue a sacrificar a su
hijo, pero el Señor le mando a un ángel para impedirlo. Dios no quiere la
muerte. Abraham tomó un carnero “y lo ofreció en sacrificio en lugar
de su hijo”. Anunciaba tu sacrificio, Jesús. Y escuchó la divina bendición:
te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas
del cielo y como la arena de la playa… Todos los pueblos del mundo
se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido ."
También ahí habla de ti, Señor, del nuevo pueblo de tu Iglesia. Nos hablas
ahí de la obediencia de la fe. El Salmo dice: “ el Señor es el lote de mi
heredad y mi copa […] me encanta mi heredad… / Tengo siempre
presente al Señor, / con Él a mi derecha no vacilaré. / Por eso se
me alegra el corazón, / se gozan mis entrañas, / y mi carne
descansa serena. / Porque no me entregarás a la muerte, / ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción. / Me enseñarás el sendero
de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia, / de alegría
perpetua a tu derecha ”. Todo es anuncio de la resurrección, Dios es el
único bien… la tierra prometida al pueblo de Israel: "Todo lo que Tú puedes
darme fuera de ti, carece de valor. Sé Tú mismo mi heredad. A ti es a quien
amo"” (san Agustín).
El Éxodo nos presenta a Moisés, cuando Dios le dice: " extiende tu
mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en
medio del mar a pie enjuto ”. No sabemos qué significa la muerte de los
perseguidores, pues se mezcla historia y revelación. Pero ahí vemos el paso
por las aguas, el bautismo. Y vemos el canto en honor del Señor:
" Cantaré al Señor […] es mi fuerza y mi protección, Él me salvó”. Es
el gran relato del paso de la esclavitud a ser hijos, el acto fundador del
pueblo: habla del nuevo pueblo que tú has creado, Señor, con tu pascua,
como rezamos en la oración: “ Oh Dios, que has iluminado los
prodigios de los tiempos antiguos con la luz del Nuevo Testamento:
el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal, y el pueblo liberado
de la esclavitud imagen de la familia cristiana ...” Jesús se convierte
en el nuevo Moisés y el agua que era considerada mala, es ahora vida.
Las tres siguientes lecturas, de los profetas, anuncian al pueblo el
amor de Dios, el amor inmenso que jamás falla, que siempre espera. El
amor que es más fuerte que todas las infidelidades, que todas las
debilidades de los hombres. Isaías es el primero: “ el que te hizo te
tomará por esposa ”; la mujer abandonada y abatida oye ahora: “ con
misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor - , “ no se
retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el
Señor, que te quiere -”: la nueva etapa de amor no tendrá fin: “ Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado ... sacaste mi vida del
abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa”. Tu resurrección
es también la mí, oh Jesús: “ te daré gracias por siempre ”. Ha pasado la
noche de la muerte, clarea el alba pascual.
Isaías otra vez: “ Oíd, sedientos todos, acudid por agua ...
Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con
vosotros alianza perpetua ”, y el que era malo “ que regrese al Señor, y
él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón”. Lo dice con
su omnipotencia: “ mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo ." El agua
(bautismo) y la palabra, como sacramentos. Y cita el trigo y vino de
resonancias eucarísticas. “ Mi fortaleza y mi gloria es el Señor y ha sido
mi salvación. / Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del
Salvador ”.
Baruc nos habla de cómo Dios nos llama: “el que manda a la luz, y
ella va, la llama, y le obedece temblando; a los astros que velan
gozosos en sus puestos de guardia, los llama, y responden:
¡presentes! , y brillan gozosos para su Creador”.
Ezequiel nos habla de la maravilla de la convocación del pueblo por
la Resurrección de Jesús: “os reuniré de todos los países, y os llevaré a
vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os
purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de
purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu
nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis
según mis preceptos, que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y
habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi
pueblo, y yo seré vuestro Dios ." Nosotros, al ser así purificados,
recibimos un don del Espíritu (Rm 5,5) por el que somos hijos de Dios. En
las palabras que siguen se expresa todo el dinamismo pascual: " Cuando
nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado,
Cristo murió por los impíos... Justificados ahora por su sangre,
seremos por Él salvados de la cólera " (Rm 5,6ss). Somos hombres
nuevos, tema que repetirá san Pablo (Ef 4, 24) y que san Juan hace
desarrollar a Jesús, en su entrevista con Nicodemo: " nacer de agua y de
Espíritu " (Jn 3). Y así, “ como busca la cierva corrientes de agua, así
mi alma te busca a ti, Dios mío; / tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?” Lamento del alma que ansía
agua y luz: “ Envía tu luz y tu verdad ”, entrar en la felicidad: “ Entraré al
altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud”. Orante que tiende con
todo su ser, cuerpo y espíritu, hacia el Señor, al que siente lejano pero a la
vez necesario: " Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo " (Sal 41,3). En
hebreo, una sola palabra, nefesh , indica a la vez el "alma" y la "garganta",
la sed es aquí expresión muy gráfica, alma y el cuerpo están unidas, como
la oración que es "respiración", aliento vital, desdeo del "manantial de
aguas vivas" (Jr 2,13).
Por eso necesitamos purificación: “crea en mí, oh Dios, un
corazón puro y renueva en mis entrañas un espíritu recto. No me
apartes de tu rostro y no quites de mí tu Espíritu Santo ”. El perdón
divino borra, lava y limpia, llega a transformar al pecador en una nueva
criatura. "Aunque nuestros pecados -afirmaba santa Faustina Kowalska-
fueran negros como la noche, la misericordia divina es más fuerte que
nuestra miseria. Hace falta una sola cosa: que el pecador entorne al menos
un poco la puerta de su corazón... El resto lo hará Dios. Todo comienza en
tu misericordia y en tu misericordia acaba"”.
Romanos: “Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo
fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos
sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue
resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en una vida nueva . Porque, si nuestra existencia
está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en
una resurrección como la suya”. Cristo, una vez resucitado de entre los
muertos, ya no muere más. El cristiano no puede permanecer en una vida
de pecado: el bautismo ha purificado al "hombre pecador". El cristiano
debe esforzarse en que el pecado no domine ya más en él: su vida está en
Dios : “Alabad al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia ” y todo gracias a Cristo, “ la piedra que desecharon los
edificadores, ésta ha sido puesta por piedra angular. Por el Señor ha
sido hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos ”. Cantemos el
aleluya con la Virgen, Regina coeli.
Llucià Pou Sabaté