Pautas para la homilía
Domingo de Resurrección
“Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver”
“Dios lo resucit￳ al tercer día y nos lo hizo ver”
Con la Resurrección de Cristo, comienzan los tiempos nuevos donde el Espíritu del
Resucitado lo recrea todo. La primera palabra redentora al principio de la nueva
creación, es una palabra reconciliadora. Las primeras palabras del Resucitado son
designios de paz como fruto definitivo de un amor que ha vencido toda violencia,
pecado y muerte. No hay reproches para los que abandonaron o negaron al
Redentor, sino un nuevo comienzo desde la paz que Jesús comunica. Desde aquel
primer domingo en el tiempo de la Iglesia, ser miembros de la Iglesia es compartir
la paz de Cristo, por muy perturbados o diferentes que nos podamos sentir. Si
podemos estar en paz con nuestras almas divididas, con nuestros impulsos
contradictorios y, aceptar que ello forma parte de lo que somos, nos será más fácil
encontrar la paz de Cristo Resucitado junto con los demás, sin sentirnos
amenazados por nuestras diferencias.
“Buscad los bienes de allá arriba”
El tiempo de Pascua nos estimula como “gesto pascual” a recrear la mirada sobre
Dios, el mundo y el ser humano. Si logramos ver a los demás con los ojos de
Cristo, podemos dar a los otros mucho más que cosas externas necesarias; puedo
darles la mirada de amor que tanto ansían.
“María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la
losa quitada del sepulcro”.
Hoy domingo de Resurrección podemos proponernos mirar a todos con los ojos de
Cristo, mirar con amor y misericordia, tal como nosotros fuimos mirados en
Getsemaní, en el Cenáculo, desde la Cruz y desde el Resucitado. Como María
Magdalena y los otros testigos de la Resurrección nos llega el momento de
reconocer a Jesús. Podemos “ver al Se￱or” en los otros, en la Iglesia, en la
eucaristía, en los empobrecidos, en los actos cotidianos donde vence el amor
¡Queremos ver y queremos ser vistos, reconocidos con misericordia!
Renovar cada año la celebración de Pascua supone recibir un envío: Somos
enviados al mundo entero. A los mundos reales y virtuales. Hoy quien crea tener
las manos vacías está más preparado que nunca para recibir el Espíritu Santo.
Llega el momento de regresar a la vida ordinaria. La Pascua, la victoria de Jesús
acompaña todas las horas de nuestra jornada. La esperanza de la Pascua la
tenemos delante, dentro de nosotros, a nuestro alrededor. La fe, las personas, las
familias, la comunidad, el pueblo, el mundo…todo es agraciado, amado, redimido
por Cristo. Tenemos motivos para esperar. Hemos sido salvados en la esperanza y
estamos contentos. Existen las enfermedades, los males, el miedo, pero también
nuestra capacidad de hacer el bien es mayor. Podemos mirar la vida con ojos
nuevos, con sentido, aprendiendo a esperar y apoyándonos en la fuerza que da la
comunidad.
Jesús nos dice: ¡Ánimo, yo he vencido al mundo! Ha vencido el amor desarmado, la
vida como la primavera es imparable. Somos enviados a reconocer las alegrías y las
penas de la gente, para ser tocados y cambiados por ellos. Ninguna felicidad
verdadera excluye la tristeza. ¡Qué liberador asumir esto! La felicidad cristiana no
es una euforia colectiva, sino la alegría de Dios que lleva sobre sí las penas del
mundo. Si queremos probar la alegría de Dios, no debemos tener miedo de vernos
tocados por la tristeza, dado que ello ahondará el hueco que Dios llenará con la
felicidad. Nuestra sociedad se resiste a este pensamiento liberador porque con
frecuencia no distinguimos la tristeza de la depresión, que es una enfermedad
terrible. Podemos ser felices porque no nos da vergüenza sentirnos también tristes
de vez en cuando. La alegría cristiana es capaz de llevar dentro de sí el dolor
porque es vivir la historia de Cristo, que abarca del bautismo a la resurrección,
abrazando el Viernes Santo como un momento dentro del viaje. Este viaje que
hacemos juntos en la fe, del “escuchar, entender y sentir al creer sin haber
visto…del todo”.
Fray Xabier Gómez García
Real Convento de Ntra. Sra. de Atocha
(Madrid)
Con permiso de: dominicos.org