CICLO C
TIEMPO ORDINARIO
IX DOMINGO
En este milagro, que nos relata el Evangelio de hoy, se destaca la fe del
centurión, un pagano, que no pertenecía al pueblo de Israel. Era el jefe
militar, que mandaba a la tropa de ocupación en Cafarnaún y que no tenía
las creencias religiosas de los judíos. Aquel militar había hecho juramento
de fidelidad al Emperador: ya César Augusto promovió el culto a su
persona y fue venerado como Dios.
Pero aquel centurión era un hombre bueno, preocupado por el sufrimiento
de un "esclavo", que se estaba muriendo en su casa. La figura del
centurión, hombre de gran humanidad, por su apertura, bondad y
generosidad, y sobre todo por su fe, es un buen modelo. La fe es la
premisa indispensable del milagro. No al revés. La fe es la que hace
posible el milagro. No es el milagro el que hace que surja la fe.
San Lucas pone de manifiesto el contraste con el pueblo de Israel que no
creía en Cristo y le rechazaba. Jesús se admiró y dijo a la gente que lo
seguía: “Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe” (Evangelio). Este
episodio es también como un anuncio de la futura entrada de los gentiles en
la Iglesia. San Lucas en su Evangelio busca evangelizar y también educar la
fe de los discípulos en el seguimiento del Señor. El centurión es, por tanto,
un modelo de referencia. La fe es la condición previa para entrar en el Reino
de Dios que predica Jesús.
Para creer en Dios hay que confiar en el hermano. Para hacer sitio a Dios
en nuestras vidas hay que abrirnos también al hermano. La fe verdadera
lleva a acoger a las personas por encima de razas e ideologías. “Tocar con
el coraz￳n, esto es creer”. (San Agustín). En el centuri￳n se da una
actitud así. Creyó en Jesús, que pasaba por la vida haciendo el bien.
La figura del centurión destaca por su fe humilde. Es la humildad la
primera condición para creer en Cristo. San Agustín, comentando este
pasaje, dice que la humildad fue la puerta por donde el Señor entró a
posesionarse del que ya poseía. El centurión sabe que no puede apelar a
ninguno de los derechos de aquella comunidad religiosa judía. Ni puede
reclamar un trato de privilegio.
Pero reconociendo su incapacidad, confía en Jesús que es capaz de curar
a su esclavo. Sabe que Jesús es sensible y humano. Ha entendido que
Jesús, el Hijo de Dios, se interesa por el bien, la felicidad y la vida de los
hombres, de todos los hombres. Así es como tiene confianza en Él. La fe
del centurión se pone de manifiesto en la forma de dirigirse a Cristo:
“Se￱or, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo;
por eso tampoco me creí digno de venir personalmente” (Evangelio). Este
«yo no soy quien» fue recogido por la Iglesia como fórmula litúrgica antes
de recibir la comuni￳n: “Se￱or, yo no soy digno de que entres en mi
casa”.
Los paganos como el centurión eran religiosamente impuros, por no
pertenecer al pueblo de Israel. No se podía hablar con ellos ni ir a su
casa. “A un judío no le está permitido relacionarse con extranjeros ni
entrar en su casa” (Hch 10,28).
No es Jesús un espectador insensible ante la realidad de la vida. Ni un
filósofo. El Cristo que nos presenta San Lucas vive inmerso en los
acontecimientos, participando en los avatares de las gentes. Es sensible
ante el dolor y el sufrimiento; es cercano, próximo y compasivo.
Por eso, Jesús no acepta este tipo de prohibiciones sobre lo puro e
impuro. Y está dispuesto a ir a casa del centurión pagano y curar al
enfermo. La salvación que trae es universal y no puede reconocer
fronteras entre hombres y pueblos. “Haz lo que te pide el extranjero”,
decía Salomón (primera lectura), anunciando ya los tiempos mesiánicos.
“Así te conocerán y te temerán todos los pueblos de la tierra”. Esta
universalidad de la salvación es el Evangelio: no hay otro evangelio
(segunda lectura). Jesús resucitado dio a sus discípulos este mandato:
“Id, pues, y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt 28, 19). Así lo
cantamos hoy en el Aleluya antes del Evangelio: “tanto am￳ Dios al
mundo que entregó a su Hijo único. Todos los que creen en Él tienen vida
eterna”.
MARIANO ESTEBAN CARO