Contemplar el Evangelio de hoy
Día litúrgico: Vigilia pascual
Texto del Evangelio ( Jn 20,1-9): El primer día de la semana va María Magdalena
de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del
sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien
Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde
le han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos
juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó
primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega
también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo,
y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar
aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al
sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la
Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)
Vigilia pascual·A (Mt 28,1-10): No está aquí, ha resucitado
Hoy, en el Evangelio de la Vigilia pascual, late un gran dinamismo: dos mujeres
corren hacia el sepulcro, un terremoto, un ángel hacer rodar la piedra, unos
guardas asustados caen como muertos. Y Jesús, vivo y resucitado, se hace
compañero de camino de aquellas mujeres…
La mujeres son las primeras en experimentar la resurrección de Jesús, y esto sólo
viendo el sepulcro vacío y al ángel que les anuncia: «Vosotras no temáis, pues sé
que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había
dicho…ᄏ (Mt 28,5-6). Son también las primeras en dar testimonio de su
experiencia: ᆱId enseguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado’ᄏ (Mt 28,7).
Enseguida creen. Pero su fe es una mezcla de miedo y de alegría. Sentían miedo
por las palabras del ángel, con un anuncio que va más allá de las expectativas
humanas. Y alegría por la certeza de la resurrección del Señor, porque las
Escrituras se habían cumplido, por el inmenso privilegio de la primicia pascual que
han recibido. La fe, pues, aún produciendo una gran alegría interior, no excluye el
miedo.
Se van a anunciar aquella experiencia del Resucitado, que han hecho sin haberlo
visto. Jesús les premia esta fe y se les aparece mientras van por el camino.
El centro de toda la experiencia de fe no es en primer lugar una doctrina ni unos
dogmas. Es la persona de Jesús. La fe de las dos mujeres del Evangelio de hoy está
centrada en Él, en su persona y en nada más. ¡Lo han experimentado vivo y van a
anunciarlo vivo!
Otra mujer, santa Clara, escribía a santa Inés de Praga que debía centrarse en
Jesús resucitado: ᆱObservad, considerad i contemplad a Jesucristo (…). Si sufrís
con Él, reinaréis también con Él; si con Él lloráis, con Él gozaréis; si morís con Él en
la cruz de la tribulación, poseeréis con Él las eternas moradas».
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