“CANONIZACIÓN DE JUAN XXIII Y JUAN PABLO II”
Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 2º domingo de Pascua (27 de abril 2014)
Durante varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para animarnos
en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfó, sobre la muerte. Esta es la experiencia
gozosa de los Apóstoles que nos presenta el Evangelio de este domingo (Jn 20, 19-31). Ellos
estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos, lo habían
matado a quien ellos seguían y no sabían que podía pasarles. El texto bíblico nos dice: “Jesús
poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con Ustedes! Como el Padre me envió a mí,
yo también los envío a Ustedes” (Jn 20, 19-20). Esta experiencia de fe era fundamental para que
los Apóstoles reciban el mandato de evangelizar.
Quizás nos venga bien repensar estos textos pascuales, para ubicarnos sobre cuál es el aporte que
nuestro tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual fue fundamental para que los
Apóstoles sobrelleven las dificultades de su tiempo. Nosotros también necesitamos de esta
experiencia de Fe Pascual y de una espiritualidad más profunda, para ser “testigos” en medio de
tantos problemas que nos rodean.
En este domingo estamos viviendo un acontecimiento muy importante en la Iglesia, con la
canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. El Papa Juan XXIII llamado por la gente
“el Papa bueno”, fue quién en su corto pontificado inspirado por el Espíritu Santo convocó al
Concilio Vaticano II. Seguramente el acontecimiento más importante para la vida de la Iglesia en
el siglo XX. Sobre el Papa Juan Pablo II todos tenemos una referencia más cercana porque
muchos lo hemos conocido por su largo pontificado y sus dos venidas a Nuestra Patria. En lo
personal he tenido el gozo de estar con él en varias oportunidades y fue el quién me designó
Obispo de Reconquista en el año 1994 y de Posadas en el 2001. De su personalidad, entrega y
cercanía muchos hemos sido testigos, y hoy son Santos de la Iglesia. A ellos podemos pedirles su
intercesión ante Dios por nuestras necesidades, y tenerlos como modelos para asumir la voluntad
de Dios sobre nuestras vidas.
Espontáneamente jóvenes de nuestra Diócesis han querido realizar una vigilia de oración para
unirse a la Canonización de los Papas y con ellos he compartido la misa en nuestra Catedral San
José. Hoy masivamente nos uniremos a este acontecimiento eclesial a las 9,00 hs en la procesión
y misa en la parroquia Jesús Misericordioso de Posadas.
En este tiempo de Pascua, estamos llamados a profundizar nuestro encuentro con el Señor
Resucitado y ser discípulos, testigos y misioneros. Podemos señalar que siempre la
evangelización se realizó fundamentalmente desde la irradiación de varones y mujeres que por su
santidad fueron instrumentos de Salvación. El Santo Papa Juan Pablo II en el inicio del siglo y
del milenio nos decía en su Carta Apostólica, “Novo Millennio Ineunte” refiriéndose a la
santidad: “En primer lugar, no dudo en decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino
pastoral es el de la santidad… (30).
Recordar esta verdad elemental, poniéndola como fundamento de la propagación pastoral que
nos atañe al inicio del nuevo milenio, podría parecer, en primer momento algo poco práctico.
¿Acaso se puede “programar” la santidad? ¿Qué puede significar esta palabra en la lógica de un
plan pastoral? En realidad, poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es una
opción llena de consecuencias. Significa expresar la convicción de que el Bautismo es una
verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inabitación de
su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética
minimalista y una religiosidad superficial. Preguntar a un catecúmeno, “¿Quieres recibir el
Bautismo?”, significa ¿Quieres ser santo?”…(31)
En este domingo pascual podemos pedir a los nuevos Santos que intercedan para que vivamos
nuestro bautismo, como testigos que creen en Aquel que murió y “Resucitó”.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo.