Lunes 28 de Abril de 2014
Santoral: Pedro Chanel, Valeria
Hechos 4,23-31 Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo, y
anunciaban con valentía la palabra de Dios
Salmo responsorial: 2 Dichosos los que se refugian en ti, Señor.
Juan 3,1-8 El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer
los signos que tú haces si Dios no está con él. Jesús le contestó: Te lo aseguro, el que no
nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer
un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y
nacer? Jesús le contestó: Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede
entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es
espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla
donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el
que ha nacido del Espíritu.
Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado
Pensemos…
Ayer, en una ceremonia muy emotiva y sentida, el Papa Francisco junto a
Cardenales, obispos, sacerdotes y miles de fieles, elevaba a los altares a dos grandes de la
fe. San Juan XXIII el bondadoso y párroco del mundo. Y a San Juan Pablo II el peregrino que
defendió la vida y la familia. D ellos decía el Papa: En cada persona que sufría veían a Jesús.
Dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia. En
estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia
había ‘una esperanza viva’, junto a un ‘gozo inefable y radiante. Colaboraron con el Espíritu
Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria. Que ambos nos
enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la
misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.
Entonces…
Lo de ayer un gran regalo y un reconocimiento a la vida junto a Dios para servir. Hoy,
en el evangelio de Juan observamos a Nicodemo. Persona con cierta posición social. Había
oído de señales, de las cosas maravillosas que Jesús hacía y quedó impresionado. Por eso
quería conversar con Jesús para entender muchas cosas. Pero conversar con Jesús es un
riesgo muy peligroso. Pues en Jesús no se le conoce por la mera ley o por la compra de
afectos en el mercado de los intereses. Nada de eso.
Somos tantos los que pretendemos acercarnos a Jesús para fabricar nuestra propia
religión en la conveniencia de los caprichos. Pretendiendo utilizar a Jesús y hacerlo pasar
por nuestros intereses personales. Es decir, queremos un Jesús milagrero y no un Señor de
la vida. Por eso, Jesús invita a Nicodemo a nacer de nuevo.
Debemos no tener miedo a decir: nací de nuevo. Todo dentro de un proceso de
conversión. Todo comenzó por el simple interés de los milagros de Jesús. Era de noche “lo
hacía a escondidas” Luego reconoce en Jesús algo especial: “maestro, Rabbí, sabemos que
has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si
Dios no está con él" Hay cierta curiosidad que atrajo a Nicodemo a ese encuentro.
Siguiendo en el proceso de conversión, Nicodemo oye a Jesús: “tienes que nacer de nuevo”
Nacer pero de lo alto. Aquí no es cuestión de catecismo o de simples escritos que nos
indican algo. No. Jesús es más grande y se requiere tiempo. Tiene que abrirse al Espíritu
Santo. Pero en Nicodemo hay dudas. ¿Cómo es posible nacer de nuevo?
Recordemos que la fe no es para hacer que las cosas sean fáciles, sino para que lo
imposible se haga posible. Jesús insiste en renovarse desde el bautismo. Volver a pensar
seriamente en aquel momento en que fuimos bautizados y asumir un compromiso. Un
compromiso que es dar testimonio de Dios vivo y real para darlo a conocer en libertad, en
alegría en clave de servicio. A cualquier hora. En cualquier parte.
Padre Marcelo
@padrerivas