Lectio Divina: III Domingo de Pascua, Ciclo A.
Autor: P. Chuno Chávez Alva , C.M.
Quédate con nosotros
LA PALABRA HOY: Hechos Apóstoles 2,14.22-33; Salmo 15; 1 Pedro 1,17-21;
Lucas 24, 13-35
Ambientación: Un cirio grande, dos más pequeños, un pan partido en dos y la
frase: Quédate con nosotros
Cantos sugeridos: Quédate, Señor; Por los caminos de Emaús
Ambientación
La Palabra sigue ayudándonos a celebrar la Pascua del Señor y reflejarla
concretamente en nuestra vida. La experiencia de los dos discípulos de Emaús nos
ayudará a reconocer la presencia del Resucitado en el camino de cada día. Un
camino que se transformará en “la senda de la vida” si nuestra fe y nuestra
esperanza reposan en ese Dios Padre que liberó a Jesús de las ataduras de la
muerte.
Oración inicial
Señor Jesús,
Tú que saliste al encuentro de esos discípulos,
que cabizbajos y frustrados volvían a su aldea,
y ahí les ayudaste a encontrar un sentido
a todo lo que Tú habías vivido,
te pedimos que de la misma manera,
Tú vengas a nuestro encuentro,
que camines con nosotros, que nos alientes y fortalezcas,
para ser capaces de dar testimonio de ti,
mostrando que Tú estás vivo, que estás a nuestro lado,
que nos acompañas, que nos alientas
y fortaleces con tu presencia y tu Palabra.
Ayúdanos a comprender lo que nos transmites
en tu Palabra, para que cada vez más seamos sensibles y dóciles
a tu acción en nuestra vida, siendo instrumentos tuyos,
dándote a conocer con todo lo que hacemos y decimos.
Que así sea.
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Lucas 24, 13-35
Motivación: El evangelista Lucas nos narra el encuentro de Jesús Resucitado, con
dos discípulos, que bajo el signo del fracaso y desconcierto, vuelven a su aldea de
Emaús. Jesucristo habla con ellos, les explica las Escrituras, y parte el Pan. Los
discípulos lo reconocen, y vuelven a Jerusalén a comunicar a los demás hermanos
lo que les ha sucedido. También hoy se repite este encuentro nuestro con Cristo
Resucitado: la Palabra, La Eucaristía, la Comunidad reunida en nombre del Señor.
Forma de leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
vv. 13-24: ¿Dónde se produce el encuentro entre Jesús y los dos discípulos?
¿Quién lo hace posible? ¿De qué hablan?
vv. 25-27: ¿Qué dice Jesús a los dos de Emaús? ¿Qué hace para ayudarles a
superar su ceguera?
vv. 28-32: ¿En qué momento se abren los ojos de los de Emaús? ¿A qué
recuerdan los gestos que Jesús realiza delante de ellos?
vv. 33-35: ¿Qué hacen los discípulos de Emaús después de reconocer a Jesús?
¿A quiénes encuentran al volver a Jerusalén? ¿De qué hablan con ellos?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mc 16,12.ss; Sal 22; Is 53 .
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Caminando hacia Emaús hemos aprendido que el Resucitado nos sigue
saliendo al paso en el camino de la vida, en la escucha de la Palabra, en la acogida
del otro, en la fracción del Pan y en la comunidad de los discípulos donde se
proclama que él sigue vivo. Todas esas presencias se hacen más vivas cada vez que
celebramos la Eucaristía y rehacemos en ella nuestro seguimiento cristiano.
Se le abrieron los ojos y lo reconocieron. ¿Qué semejanzas hay entre el proceso
de fe de los discípulos de Emaús y el tuyo? ¿Dónde reconoces la presencia del
Resucitado? ¿En qué situaciones te cuesta reconocerle en tu camino?
Lo reconocieron al partir el pan. ¿De qué manera deberíamos celebrar la
Eucaristía para poder reconocer en ella la presencia del Señor?
Nosotros esperábamos… ¿Cómo reaccionas cuando se frustran tus expectativas?
¿Cómo te ayuda el camino de Emaús a encontrar motivos de verdadera
esperanza?
Una vez que reconocieron al Señor, los discípulos vuelven a Jerusalén, en mi
caso, ¿doy testimonio de lo que creo?, ¿transmito con mi vida aquello que el
Señor hizo en mi?, ¿ayudo a que otros conozcan, sigan y así encuentren vida en
el Señor?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Quédate con nosotros, Señor. Hazte nuestro compañero. Continúa
saliendo al paso de nuestras decepciones y abandonos. No dejes de iluminarnos con
tu Palabra ni de alimentarnos con tu pan. Enciende nuestros corazones y ábrenos
los ojos para reconocer tu presencia en medio de la comunidad que anuncia que
estás vivo.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias
o la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este
domingo (Salmo 15).
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: En la Eucaristía, el discípulo encuentra la fuerza para su labor
misionera. San Vicente exhortaba a vivirla, interiorizarla y celebrarla intensamente.
En una conferencia a las Hijas de la Caridad les dice :
“Hermanas mías, la Hija de la Caridad que ha comulgado bien no hará nada que no
sea agradable a Dios; porque hará las acciones del mismo Dios… Así pues, cuando
vean a una Hija de la Caridad servir a los pobres con amor, con mansedumbre, con
desvelo, pueden decir sin reparo alguno: Esta hermana ha comulgado bien” (SV IX,
331-333)
Compromiso personal: ¿qué puedo hacer para ser más sensible a la presencia
del Señor, tanto junto a mí, como en los acontecimientos y circunstancias de la
vida?
¿Qué puedo hacer para que más que “recibir” la comunión, me comprometa a
“compartir” la comunión?
Oración final
Bendito seas, Señor Jesús, por tu paciencia con nosotros, tardos para entender tu
palabra y reacios para creer en ti, debido a nuestra desesperanza y derrotismo en
el camino de Emaús.
Te creíamos muerto para siempre, pero tú vives hoy como ayer.
¿Cómo te reconoceremos, Señor, como el Dios de la vida, si tu palabra y tu pan no
caldean nuestros fríos corazones?
Abre los ojos de nuestro espíritu para que te encontremos allí donde tú estás vivo
en el clamor del pobre y del que sufre.
Gracias, Señor, porque podemos reconocerte en tu palabra, en la Eucaristía y en la
comunidad de los hermanos en la fe.
Camina a nuestro lado y quédate con nosotros para siempre. Amén.
Con permiso de somos.vicencianos.org