Martes 29 de Abril de 2014
Santoral: Catalina de Siena
Hechos 4,32-37 Todos pensaban y sentían lo mismo
Salmo responsorial: 92 El Señor reina, vestido de majestad.
Juan 3,5a.7b-15 Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del
hombre
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde
quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha
nacido del Espíritu. Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede suceder eso? Le contestó Jesús:
Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de
lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando
os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al
cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente
en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él
tenga vida eterna.
Pensemos…
Aquella primera comunidad, la primitiva Iglesia que estaba naciendo en medio del
temor y aquel recuerdo tan duro de la cruz, se había engalanado con la presencia de
Jesucristo vivo y real “Resucitado” y tenían una vida ejemplar de compartir y de orar. Que
era en definitiva un nacimiento a ese ir a los más lejanos para dar testimonio feliz del Señor
que los acompañaba y animaba.
Entonces…
Es precisamente el nacer de nuevo lo que debe caracterizar a la Iglesia. Una
constante conversión para nunca olvidar que a Dios se le adora en espíritu y verdad. Esa
Iglesia es Nicodemo que por curiosidad, por querer saber le pregunta a Jesús y Jesús le
informa el camino a seguir. Ese camino se inicia con el nuevo nacimiento.
Un nacer que tiene etapas: el acercarse a Jesús. No importa que sea por curiosidad,
por echárselas de sabiondo, por apariencia y mucho menos que sea de noche para que
nadie o supiera. Es acercarse y tener un primer contacto. En segundo lugar, Tener la fuerza
para preguntarle a Jesús. Al igual como aquel joven rico: ¿Qué debo hacer para ganar la
vida eterna? Preguntar es saber escuchar la respuesta. Una respuesta que inquieta y más
que informar es el centro de todo: Nacer de nuevo. Que, es la mejor forma de acoger al
Señor, pues al nacer, es decir, dejando todo lo malo, abandonando toda la distancia que nos
separa de Dios, se comienza de cero y se entrega todo para unirse de verdad, con la ayuda
del Espíritu Santo, en referencia a una misión hermosa: testigos del amor de Cristo
resucitado. Claro todo enmarcado en la lectura y meditación de la Palabra de Dios (Biblia)
Sin ella jamás conoceremos a Dios y nunca llegaremos a amarlo.
En definitiva en Jesús está la plenitud de la vida nueva y sin ÉL nunca llegaremos a
vencer las tinieblas con la luz, la muerte con la vida nueva que nace en armonía con el Señor
que ya ha tenido la experiencia de ganar para el bien de nosotros.
Padre Marcelo
@padrerivas