DOMINGO IV DE CUARESMA. CICLO A
Yo soy la luz del mundo
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com / Twitter:
@emilioroz
Los elegidos por Dios no siempre son aquellos a quienes elegiríamos para
tal o cual rol o cargo social, pues nuestros criterios se ven opacados por la
ceguera de lo superficial, de aquello que nos seduce los sentidos pero no
llega hasta las entrañas. Dios, por su parte, mira con otros ojos, es capaz
de elegir lo débil, lo pequeño, aquello que permanece vedado a nuestra
vista y hacerlo grande entre los hombres; esto último lo distingue de
nuestra capacidad de elección y de acción.
La unción de David (1 Sa 16,13) es signo de autoridad, del Espíritu Santo
que obra en la persona toda, enviándola a una misión específica, en su caso
a ser rey. Cada uno de nosotros somos ungidos por primera vez en nuestro
Bautismo, recordar la fecha de esta celebración es hacer memoria activa del
día en el que no solo fuimos constituidos cristianos, hijos e hijas de Dios,
sino del día en que hemos sido conformados a imagen de Cristo, sacerdote,
profeta y rey, y se nos ha conferido una misión, una vocación para que
desarrolláramos.
El ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41) recupera la vista, solo Aquel que
proviene de Dios, y que es Dios-hecho-hombre , es capaz de obrar tal
milagro, trascendiendo la Ley del Sábado, pues su grandeza aun cuando se
encarna en lo concreto de nuestra historia la trasciende, la eleva, no cabe
en medida humana alguna como lo es el tiempo cronológico (cronos). Al
mismo tiempo sólo quien es capaz de creer, quien hace de su vida un acto
libre en el que adhiere con su entendimiento y su voluntad, y confiesa a
Dios como su único Dios y Señor, configurando su vida de acuerdo a su
mandato, deja obrar el milagro en sí. He aquí el gran milagro: “el hombre
ve las apariencias pero Dios el corazón.” (1 Sa 16,7)
Quienes hemos sido constituidos cristianos estamos llamados a un obrar
cada día más ejemplar en el mundo, en la sociedad, plasmando en ella la
fragancia de Cristo (cf. 2 Cor 2,15). Un auténtico cristiano rechaza de suyo
todo tipo de vida pagana, incluso el gran peligro de la “paganización” de la
vida de fe, no hemos sido hechos cristianos de medio tiempo, sino de
tiempo completo. “La evangelización y el servicio cristiano a la sociedad
será obra de cristianos convencidos y convertidos, maduros en su fe, una fe
que les permita una confrontación crítica con la cultura actual, resistiendo a
sus seducciones, y les impulse a influir eficazmente en los ámbitos
culturales, económicos, sociales y políticos, (…y) a construir una cultura
cristiana capaz de evangelizar y transformar la cultura dominante.” 1
Nuestro comportamiento debe responder al de un seguidor de Cristo, que
consciente de su más grande vocación: la de cristianos en el mundo,
ilumina con su modo de ser las penumbras de las estructuras sociales
secularizadas, alejadas de Dios, en las que el bien y el mal parecen lo
mismo, para poder decir: “Despierta, tú que duermes, levántate de entre
los muertos y te iluminará de Cristo” (Ef. 5,14).-
1
Orientaciones morales ante la situación actual de España, n.37, Conferencia Episcopal Española, 2006.