Viernes 09 de Mayo de 2014
Santoral: Pacomio, Gregorio Ostiense
Hechos 9,1-20 Es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a
los pueblos
Salmo responsorial: 116 Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Juan 6,52-59 Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su
carne? Entonces Jesús les dijo: Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y
no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come
vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. Esto lo dijo Jesús en la
sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaúm.
Pensemos…
Todos necesitamos comer y en la actualidad muchos mueren de hambre, por tanto el
tema alimentario es prioritario para la vida de los pueblos. En este día Jesús nos dice que es
verdadera comida. Comida que nos lleva la eternidad.
Entonces…
Más que comida Jesús en este Evangelio, nos ofrece un hermoso regalo que viene
envuelto en su amor de dejarse comer y a la vez recibirnos en ese amor sacramental. Es una
comida que nos hace, por siempre, vivir en Él. "El que me coma vivirá por mí" (Jn 6, 57)
Al comer a Jesús, en la Hostia Consagrada, nos convertimos en instrumentos de
salvación en referencia a ser luz del mundo y sal de la tierra. Es decir, que no nos quedamos
con los brazos cruzados, sino que salimos al encuentro de los otros. Al mejor estilo de los
discípulos de Emaús que al partir el pan lo reconocen y regresan a dar la Buena Noticia.
Podemos afirmar, sin vacilaciones, que la Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la
cumbre de toda la evangelización.
Ese pan es necesario para salvarnos. Comerlo es entrar en estrecha relación con
Jesús que nos lleva a la eternidad, a la resurrección. Además, al comulgar nos unimos a
toda la Iglesia como sacramento de salvación.
Finalicemos con San Pablo “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gál 2,20) Pues
no es un pan que deja morir, sino que da vida. “Este es el pan bajado del cielo. No es como
el pan que comieron vuestros padres y después murieron. Quien come de este pan vivirá
por siempre" Que Dios nos dé su gracia para que un nunca nos separemos del alimento de
la eternidad.
Padre Marcelo
@padrerivas