Pautas para la homilía
V Domingo de Pascua, Ciclo A.
"Nadie va al Padre, sino por mí"
El coraje de dejarse tomar por Dios
“Quien me ha visto a mi ha visto al Padre” (Jn. 14,9). Esta frase viene precedida
por otra: “tanto tiempo hace que estoy con vosotros ¿y no me conoces, Felipe?
Probablemente, en esta falta de conocimiento nos encontramos aún hoy, mas de
dos mil años después, buscando a Dios fuera de las cosas, allí donde no está. O tal
vez, tratando de conocerlo sin el amor necesario para dejar que se nos des-vele.
Nos empeñamos en posesionarnos de todo aquello que es susceptible de ser
“conocido” sin atender al modo de hacerlo. En definitiva, no podemos vivir sin amor
y sin conocimiento, pero el conocimiento sin amor genera competitividad; el amor
sin conocimiento genera sentimentalismo. Aún así, los hemos disociado a pesar que
el conocimiento y el amor forman el dinamismo principal del ser humano.
Tomás no lo entiende, no comprende que la separación que produce la muerte
pueda dar paso a la vida del Padre; la separación-muerte es, para él, el final del
camino.
Jesús nos dice que quien le ha visto a él no necesita ver a Yahvé porque ha visto al
Padre. Él nos da la imagen y la vida del Padre; este ver al padre en Jesús significa
que la verdadera esencia de Jesús es la transparencia. Felipe tampoco ha
descubierto ese plus de conocimiento-amor: “Se￱or, muéstranos al Padre y nos
basta”.
La transparencia de Jesús es fruto de esa experiencia que nos enseña a desactivar
la indiferencia, el egoísmo, y la vanidad que cubren nuestro corazón, dejándolo
expuesto a su propia desnudez, a su auténtica personalidad. Hay una
bienaventuranza que dice, “bienaventurados los limpios de coraz￳n”
Una transparencia que es vida y no puro exhibicionismo
La luz es luz, esto es, ilumina en cuanto deja ver su origen. Si le interponemos un
cuerpo opaco deja de ser la luz. Ellos ven en Jesús el representante de Dios, lo
identifican con el Mesías de la Ley. No acostumbrados a la transparencia de Jesús,
no ven en él al Padre mismo. No tienen la fe-confianza de la entrega incondicional,
creen en un personaje-fiable al que no terminan de descubrir plenamente.
Descubrir que Jesús es el camino supone un proceso progresivo de crecimiento que,
con nuestra intervenci￳n, nos va “terminando” como discípulos y como obra de
Dios. La meta es la máxima solidaridad con el hombre, dándose enteramente por
él. Este es el lugar donde estuvo siempre Jesús y en donde estarán los discípulos a
partir de ahora: “para que donde estoy yo, estéis también vosotros”.
“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. No hay un Padre absolutamente distinto
al hijo. ¿Qué significado puede tener para nosotros esta transparencia y esta
relación Padre-Hijo? En primer lugar, la transparencia total sería otra forma de
expresar el morir a uno mismo, el no enquistarse en la opacidad del quedarse para
sí, presos de nuestros propios miedos, dolores o alegrías; significa el liberarse de la
individualidad egoísta y autorreferencial de la apropiación indebida de la vida que
transita en mí. La transparencia es lo único que se nos pide. Es la experiencia de
Dios la que nos hace transparentes porque este camino que hay que recorrer no es
individual sino comunitario.
Es también desde la transparencia desde podemos interpretar la experiencia del
Dios vivo. Desde la transparencia podemos entender que Dios sea experiencia de lo
que no se ve, experiencia de nada. ¿Qué es lo que ha de transparentar a Dios? En
primer lugar, la realidad toda. En tanto que participamos de ella descubrimos al
Padre como su fuente y origen, y al hijo como su plenitud. En segundo lugar, el
otro, todo otro, el compañero, el amado, el superior, el inferior, el hijo, el vecino, el
desconocido…Quien ha visto al otro ha visto al Padre. Esto último tiene una
aplicación inmediata en la vida cristiana. No hay que hacer cosas por Cristo, porque
un Cristo separado de los demás hombres, no es nada. Cristo se transparenta en
los otros. Por eso, nuestra experiencia de cristo no puede ser otra que nuestra
experiencia crística de los otros; una experiencia de apertura, de entrega y de
donaci￳n, de encuentro. “A mí me lo hicisteis” – a pesar de que no lo sabíais.
Fr.
José
Ramón
López
de
la
Osa
González
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Con permiso de: dominicos.org