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Día litúrgico: Lunes IV (A) de Pascua
Texto del Evangelio ( Jn 10,11-18): En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el
buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. (…) Nadie me la quita; yo la
doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo
(…)ᄏ.
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona,
España)
La "libertad crucificada" de Cristo
Hoy caemos de rodillas ante el esplendor de la "Libertad Infinita" crucificada. Jesús
se nos presenta como el "buen pastor". Pero no se trata de palabras bonitas: ¡es la
realidad! Él, literalmente, da la vida por los suyos. Y lo hace con la plena libertad
del amor.
Jesucristo predijo su pasión y la soberanía —libertad— con que iba a entregarse:
dio la vida y la recobró (resucitó) cuando quiso. Eso sólo puede hacerlo Alguien que
sea Dios. Su muerte en la Cruz es un acto de amor: está allí porque quiere
sacrificarse por sus hermanos. No es un accidente, ni una ejecución. Es Dios y
actúa con infinita libertad. Pero una libertad vivida conforme su verdadero destino:
no para entretenerse, sino para entregarse.
—Jesús, Tú antes del Calvario nos regalaste tu sufrimiento, ahora escondido en la
Eucaristía. En Getsemaní pudiste vencer a tus detractores, que cayeron por tierra
cuando oyeron de ti "soy yo"... Pero te dejaste prender. ¡Llévame contigo!
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