V Domingo de Pascua/A
(He 6, 1-7; 1 Pe 2, 4-9; Jn 14, 1-12)
Sin Cristo que es Camino, nos extraviamos.
El Evangelio de este quinto domingo de Pascua nos relata que Jesús, prediciendo su
muerte inminente, anuncia que irá a preparar un lugar para los discípulos a fin de
que también ellos estén donde él se encuentre; y especifica: “Y adonde yo voy ya
saben el camino” ( Jn 14, 4). Entonces Tomás interviene diciendo: “Se￱or, no
sabemos a d￳nde vas, ﾿c￳mo podemos saber el camino?” ( Jn 14, 5). Estas palabras
de Tomas ofrecen a Jesús la ocasi￳n para pronunciar la célebre definici￳n de sí: “Yo
soy el camino, la verdad y la vida” ( Jn 14, 6).
Comenta aquí santo Tomás de Aquino que “El punto de llegada de este camino es el
fin del deseo humano. Ahora bien, el hombre desea principalmente dos cosas: en
primer lugar el conocimiento de la verdad que es propio de su naturaleza. En
segundo lugar, la permanencia en el ser, propiedad común a todas las cosas. En
Cristo se encuentran ambos… Así pues, si buscas por d￳nde pasar, acoge a Cristo
porque él es el camino” ( Exposiciones sobre Juan , cap. 14, lectio 2). Sin Cristo que
es Camino , nos extraviamos. Sin Cristo que es Verdad , caemos en la mentira y en
la ideología. Sin Cristo que es Vida , nos alcanzará la muerte. Sin Cristo que es
Piedra angular, el edificio de la Iglesia se derrumba.
Cristo no sólo enseña la verdad, sino que es la Verdad encarnada . Desde la
Encarnaci￳n Cristo Verdad acampa entre nosotros. Así dice san Agustín: “Esta
verdad se vistió de carne por nosotros y nació de María virgen para que se
cumpliera la profecía: la Verdad brot￳ de la tierra”. Cristo, la verdad eterna, se hizo
verdad en el tiempo. En un mundo plagado de mentiras aberrantes, mentiras en el
campo social, en la política, en lenguaje de medias verdades y sofismas, que tantas
veces disfrazan la cobardía, sigamos siempre la verdad plena que es Cristo. No
pequemos contra Cristo.
Cristo no sólo tiene vida, sino que es la Vida . Mediante la Encarnación, la Vida
eterna que es Dios, se hizo carne entre nosotros. “Yo he venido para que tengan
vida, y la tengan en abundancia”. ﾿Qué significa que Cristo es Vida? Que anhela
hacerse vida nuestra, que anhela vivificar nuestro ser. Dicha vida fue introducida en
nuestros corazones el día del bautismo. Pero dicha vida en nosotros tiene que estar
en crecimiento, al modo de una semilla que apunta a su plenitud, que tiene a
hacerse árbol. Las flores y los frutos de la gracia y de esa vida divina en nosotros
son las virtudes cristianas, las teologales y las cardinales. Lo que mataría esta vida
de Cristo en nosotros es el pecado. Por tanto, mantengámonos lejos, no sólo del
pecado, que esclaviza, sino de la mediocridad, que es como una arterosclerosis del
espíritu, porque impide el paso triunfal de la savia divina por las venas de nuestra
alma.
Cristo no es un camino entre muchos otros, sino “el” Camino, el único camino para
la salvación, para la felicidad. Cristo se hizo camino también por medio de la
Encarnación. Dirigiéndose desde Belén hasta el Calvario, nos trazó el camino de la
Redención. Camino de venida. Tras su muerte y resurrección, ascendió al cielo,
retornando a la casa del Padre. Camino de vuelta. Por el mismo camino vino y
volvió, para señalarnos la dirección de la ruta verdadera. San Agustín nos dice:
Siguiendo el camino de su humanidad, llegarás a la Divinidad. Él te conduce a Él
mismo. No andes buscando por donde ir fuera de Él. Si Él no hubiera tenido la
voluntad de ser camino, extraviados anduviéramos siempre. Se hizo, pues, camino,
por donde ir. Por tanto no te diré: Busca el camino. El camino mismo es quien viene
a ti. ¡Levántate y anda! Anda con la conducta, no con los pies. Muchos andan bien
con los pies y mal con la conducta. Y aun los hay que andan bien, pero fuera del
camino. Corren, más no por el camino, y cuanto más andan, más se extravían,
pues se alejan más del camino… Preferible, sin duda, es ir por el camino, aun
cojeando, a ir bravamente fuera del camino” (Sobre el evangelio de san Juan, XIII).
Por esto, el Papa Francisco el viernes pasado nos decía que “el conocimiento de
Jesús es el trabajo más importante de nuestra vida”. Y se ha preguntado: “﾿c￳mo
podemos conocer a Jesús? Alguno dirá: ‘Estudiando, padre’. ᄀSe debe estudiar
mucho!’ ᄀEso es verdad! Debemos estudiar el catecismo, es verdad”, pero el estudio
por sí solo no basta para conocer a Jesús”. Para conocer a Jesús es necesario abrir
tres puertas. “Primera puerta: rezar a Jesús. Sepan que el estudio sin oraci￳n no
sirve. Rezar a Jesús para conocerlo mejor. Con el estudio y con la oración nos
acercamos un poco… Pero sin oraci￳n nunca conoceremos a Jesús. Segunda puerta:
celebrar a Jesús. No basta la oración, es necesaria la alegría de la celebración.
Celebrar a Jesús en sus Sacramentos, porque allí nos da la vida, nos da la fuerza,
nos da el alimento, nos da el consuelo, nos da la alianza, nos da la misión. Sin la
celebración de los sacramentos, no llegamos a conocer a Jesús. Esto es propio de la
Iglesia: la celebración. Tercera puerta: imitar a Jesús . Tomar el Evangelio: qué ha
hecho Él, como era su vida, qué nos ha dicho, qué nos ha enseñado e intentar
imitarlo”. Así encontraremos el camino para ir a la verdad y a la vida”.
Podemos hoy, durante el día, pensar en cómo va la puerta de la oración en mi vida:
¡pero la oración del corazón, no es la del perico! Ha de hacerse con el corazón,
¿cómo va?, ¿Cómo va la celebración cristiana en mi vida? ¿Y cómo va la imitación
de Jesús en mi vida? ¿Cómo debo imitarlo? Sí el libro del Evangelio está lleno de
polvo, porque nunca se abre”, t￳malo, ᄀábrelo y encontrarás c￳mo imitar a Jesús!
Pensemos en estas tres puertas y cómo están en nuestra vida y nos hará bien a
todos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)